No ha sdo el año de Rory McIlroy que de número uno tras ganar la Race to Dubai y la lista de ganancias del PGA Tour, ha tenido un año oscuro, con un triunfo en el Open de Australia en diciembre y terminando en el sexto puesto del ránking mundial.
Las miradas han estado centradas en Rory McIlroy desde el principio cuando en Abu Dhabi, en su estreno, no pasó elcorte, y luego, en el Accenture, cayó en primera ronda. Eran malas noticias que auguraban un año negro. Así fue, cuando en los Grandes tampoco afinaba. En el puesto 25 en el Masters, acabó en el puesto 41 en el US Open, y en The Open no logró pasar el corte. Fue en el PGA de agosto cuando consiguió acabar octavo, en uno de sus cinco top ten del año, con un octavo puesto en el Cadllac y un segundo en el Valero Texas.
Antes, en el Honda Classic, donde acudía defendiendo titulo, asombró al mundo al retirarse alegando un dolor de muelas, una circunstancia de la que días más tarde pidió disculpas. El norirlandés había firmado un triple bogey y un doble bogey en ocho hoyos. Pero el caso del Honda no iba a ser único. A lo largo del año, McIlroy no ha dado señales de recuperación hasta el final. El cambio de palos no ha sido excusa y él mismo lo ha repetido en numerosas ocasiones. Incluso llegó a reconocer que "este año he tenido malos hábitos", y eso le ha costado caer del número uno al seis en el ránking mundial.
Sin embargo, a partir de noviembre se ha visto otra cara. McIlroy logró acabar quinto en la final de Dubai. Además, ya en la nueva temporada, terminó sexto en el HSBC, y por fin consiguió una victoria, en el Open de Australia, frente a Adam Scott, en su casa, poniendo fin a un año y siete días de sequía.
Un año en el que no ha estado fino, más bien ausente, pero que parece haber despertado. Ya a lo largo de 2013 aseguraba que poco a poco seiba encontrando más a gusto con su juego. McIlroy, ausente este año, llama a la puerta en 2014.
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