Posiblemente haya sido el más emocionante de los disputados en los últimos meses y deja además muchos titulares, igualmente descriptivos todos ellos, sobre lo que está sucediendo durante la temporada: "Alonso está por encima del Ferrari y de sus rivales". "Los Mercedes son claramente superiores". "Ricciardo se consagra con esta victoria". "Vettel no sabe conducir estos coches". "los Williams ascienden al grupo de cabeza". "Ferrari roza el ridículo". "Rosberg y Hamilton son los únicos aspirantes reales al título"....
Carreras sin emoción que alteran ocasionalmente el sopor cuando aparecen los Safety Car y descolocan a estrategas y clasificaciones. Resaltamos Hungría por la excepcional carrera de Ricciardo que está vengando, con saña, la expulsión del equipo Red Bull de su compatriota Mark Webber que no era del agrado del mimado Vettel, acostumbrado a ser campeón del mundo sin necesidad de correr ya que disponía de monoplazas dos segundos más rápidos que el resto. Vettel es Incapaz, ahora, de mantenerse con dignidad en la pista y presentar batalla a ninguno de sus teóricos rivales. Esta opinión es avalada, aunque en este medio ya lo escribíamos mucho antes, por personajes tal solventes como Niki Lauda o el mismísimo mentor de Vettel, Helmut Marko.
En cuanto a Fernando Alonso, nada nuevo, continúa siendo el mejor piloto en pista y no descubrimos nada si recordamos que es el único que se parece en ritmo, aptitud y rapidez, al más grande de la historia, Ayrton Senna. Deberíamos detenernos algo más en su máquina. Ferrari no es una marca generalista. Ferrari se desarrolla en torno a un mito. Singularidad, velocidad, exclusividad... términos que en estas últimas temporadas se recogen en uno solo; fracaso. Si no fuera por el piloto español Ferrari estaría en la parte baja de la tabla, como Kimi más o menos, y esa situación no es la que más interesa comercialmente a la marca italiana.
Cambiaron al director deportivo; el presidente Montezemolo huyó avergonzado de algunos circuitos; dijeron que mejorarían a lo largo de la temporada, pero los fiascos se suceden uno tras otro.
Los dos podios de Williams, que podría haber sido más si Felipe Massa no se hubiera excedido en algunas ocasiones, hacen concebir esperanzas sobre su mejoría. Pero de lo que no cabe ninguna duda es de la supremacía de las mecánicas Mercedes y, posiblemente, que el piloto elegido por el lobby alemán como campeón 2014 sea Niko Rosberg.