El estadounidense Keegan Bradley concluyó su participación en la 153ª edición del Open Championship con una actuación discreta que lo dejó en la trigésima posición, con un total de -4. Aunque logró superar el corte por primera vez en un British Open desde 2018, su rendimiento en Royal Portrush parece haber puesto fin a sus aspiraciones de convertirse en jugador/capitán del equipo estadounidense en la próxima Ryder Cup, que se disputará en septiembre en Bethpage Black.
Bradley, de 39 años, llegó al torneo con la esperanza de reforzar su candidatura como jugador activo en el equipo que él mismo liderará. Su semana comenzó con una prometedora vuelta de 67 golpes sin bogeys, destacando un espectacular eagle en el hoyo 2, donde conectó una madera 5 desde 258 yardas que dejó la bola a 6 metros del hoyo. “El golpe que pegué ahí fue uno de los mejores del año”, reconoció con orgullo.

Sin embargo, el resto del campeonato no mantuvo ese nivel. Aunque logró mantenerse bajo par, su juego fue irregular y no logró acercarse a los puestos de cabeza. Las dificultades con los greenes lentos y el viento típico del links golf le impidieron desplegar su mejor versión. “Tengo el vuelo de bola más alto del PGA Tour. La mando a la estratósfera”, comentó entre risas, reconociendo que aún le cuesta adaptarse a las exigencias del golf británico.
Bradley ha estado en una encrucijada desde que fue nombrado capitán del equipo estadounidense. Su victoria en el Travelers Championship el mes pasado parecía reavivar sus opciones de ser el primer capitán jugador desde Arnold Palmer en 1963. Pero su rendimiento en Portrush ha enfriado esa posibilidad. “Me preguntan diez veces al día si voy a jugar. No tengo una respuesta clara. Si llego a estar en posición de ayudar al equipo, lo consideraré. Pero no será fácil”, confesó.
Antes del Open su clasificación dentro del equipo estaba en la novena posición del ranking de puntos para la Ryder Cup y en el 7º del ranking mundial. Aunque tiene seis elecciones como capitán, su actuación en este Open sugiere que su rol será exclusivamente el de líder desde fuera del campo. “Tuve un año similar en 2023 y no entré en el equipo. Tengo que seguir jugando bien en los Playoffs”, admitió con realismo.
La historia de Bradley en Portrush es la de un capitán que soñó con ser jugador, pero que probablemente deberá centrarse en dirigir desde la banda. Su experiencia, carácter competitivo y reciente éxito en el PGA Tour lo convierten en un líder sólido, aunque su sueño de jugar la Ryder como capitán parece haberse desvanecido entre las dunas de Irlanda del Norte.
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