En una jornada que quedará marcada por la contundencia y el temple, el estadounidense Scottie Scheffler, número uno del mundo, se coronó campeón del 153º Open Championship en Royal Portrush, logrando su primera Jarra de Clarete y sumando el cuarto título de Grand Slam de su carrera. Esta victoria, que se une al PGA Championship conquistado en mayo, consolida su hegemonía en el golf mundial y lo sitúa a un solo paso de completar el Grand Slam, con el U.S. Open como único major pendiente. A sus 29 años, Scheffler se convierte en el segundo jugador en la historia, junto a Tiger Woods, en ganar el Open como líder del ranking mundial.
One lift of the Claret Jug and everything changes.
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Scottie Scheffler, Champion Golfer of the Year. pic.twitter.com/CSlG8GSbfd
Desde el primer hoyo de la jornada final, Scheffler dejó claro que no estaba dispuesto a ceder terreno. Con birdies en el 1, 4 y 5, tomó una ventaja que parecía insalvable. Aunque un doble bogey en el 8 encendió brevemente las esperanzas de sus perseguidores, respondió con birdies en el 9 y el 12, disipando cualquier atisbo de remontada. Su tarjeta final fue de 68 golpes, para un total de 267 (-17), cuatro golpes por delante del segundo clasificado.
El podio lo completaron Harris English (-13), quien firmó una sólida actuación con un eagle y cuatro birdies, y Chris Gotterup (-12), la revelación del torneo, que a sus 26 años demostró estar listo para competir al más alto nivel. En la cuarta posición, empatados con -11, quedaron Wyndham Clark, Matt Fitzpatrick y Haotong Li, quienes no lograron mantener el ritmo en la jornada decisiva.
La actuación de los españoles fue discreta. Jon Rahm y Sergio García finalizaron empatados con -3, lejos de los puestos de cabeza. Rahm mostró destellos de su talento, especialmente en la primera jornada, pero no logró mantener la regularidad necesaria para pelear por el título. García, por su parte, protagonizó una escena llamativa al romper su driver por frustración en el hoyo 2, lo que condicionó su juego el resto del día.
The winning putt.
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This is the one. pic.twitter.com/uZd6bhtkNF
La victoria de Scheffler no solo representa un hito personal, sino también un mensaje claro al mundo del golf: su dominio no es circunstancial, sino estructural. Su capacidad para mantener la calma bajo presión, ejecutar con precisión y responder a los momentos críticos lo sitúa como el referente indiscutible de esta generación. Con cinco majors en su haber y una mentalidad centrada en el proceso más que en el resultado, Scheffler se perfila como el heredero natural de los grandes del deporte.
"La sensación de euforia solo dura un par de minutos. Abrazas a tu mujer, a tus amigos y tu familia. Luego vas y sueltas: '¿qué, vamos a cenar?'", dijo el número 1 del mundo. "Sabía que tenía que mantener la concentración. En un campo como Portrush, cualquier error puede costarte caro. El doble bogey en el 8 fue un golpe duro, pero me enfoqué en el siguiente hoyo y recuperé el ritmo."
"Este torneo tiene una historia especial. Ganarlo aquí, en un links tan exigente, me hace sentir que he dado un paso más como golfista. Es un honor tener mi nombre junto al de leyendas que han levantado esta Jarra. No pienso demasiado en los récords. Me concentro en mejorar cada día. Pero claro, estar a un solo título del Grand Slam es algo que motiva. El US Open será un gran reto."
Sobre su mentalidad y estilo de vida el ganador aseguró que "¿Qué sentido tiene ganar en el golf? Esta no es una vida plena por sí sola. Lo importante es quién eres fuera del campo, cómo tratas a los demás y cómo vives tu fe.", aseguró.
Royal Portrush fue testigo de una actuación que muchos ya comparan con las gestas de Tiger Woods. Y aunque Scheffler rehúye las etiquetas de superestrella, su juego habla por él. En un campo exigente, con viento cambiante y greens traicioneros, demostró que no solo es el mejor del mundo, sino también el más preparado para sostener ese título. La Jarra de Clarete ya tiene nuevo dueño, y el golf mundial, un líder indiscutible.
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