Tiger Woods ha sido esta semana uno de los jugadores sobre los que ha recaído la atención, tanto de aficionados como de los medios de comunicación. El ex número 1 del mundo regresaba a la competición después del parón al que le sometió el coronavirus, y lo hacía en un torneo y un campo que, al menos sobre el papel, no tenía secretos para él.
Woods es el jugador que más veces ha ganado este torneo y aunque ya el viernes se descolgó de cualquier posibilidad de sumar sus sesta victoria en el torneo, se esperaba algo más de él, especialmente después de que el sábado mejorase sus números sobre el campo de Dublín (Ohio).
Sin embargo, las complicadas condiciones climatológicas con las que le recibió el domingo le pasaron factura y, aunque comenzó restando en el 1, antes de cruzar el ecuador de la jornada ya acumulaba cuatro golpes en su contra, los cuatro golpes que terminarían figurando en su casillero después de que en la segunda mitad del recorrido anotase dos birdies y dos bogeys.
Al final de los 72 hoyos, Tiger acumulaba un total de 294 golpes (+6) para acabar empatado en el puesto cuarenta de la tabla