A pesar de su favoritismo, de las ganas que tenía y de que parecía que tenía todo a favor, el estadounidense Bryson DeChambeau no ha cubierto las espectativas que se tenían sobre él, sobre su potencia con los drivers y del explosivo juego que hoy no ha dejado de ser algo ramplón.
El gran favorito a priori de expertos, jugadores y público ha terminado hoy con una vuelta de dos bajo par que parece poco botín para todo lo que se había hablado y escrito de un DeChambeau que parecía que tenía medio Masters ganado antes de empezar. Y nada más lejos de la realidad.
Para empezar un partidazo con un exigente Jon Rahm (-3), que ha jugado bastante bien y un Louis Oosthuizen que con cuatro bajo par ya está un año más entre los mejores. El sudafricano ya sabe lo que es ganar un Open Championship y no le van a asustar los fuegos de artificio de casi nadie, ni siquiera de un Dechambeau que hoy no ha ofrecido su mejor cara.
El norteamericano deberá mejorar mañana si quiere seguir teniendo opciones de victoria. En sus nueve primeros hoyos empezaba con tres pares y un doble bogey en el 13 que como dice la estadística le deja sin opciones de ganar el Masters y es que en los últimos 30 años nunca ha ganado el torneo un jugador que haya hecho seis o siete en un hoyo durante las cuatro rondas de campeonato.
Tras ese primer traspiés DeChambeau firmó dos birdies seguidos al 15 y el 16 que le dejaban al par del campo tras los primeros nueve hoyos para luego terminar su vuelta del 1 al 9 con tres birdies más y un bogey al 7 que le exigirán lo máximo en la jornada del viernes.