Desde el tee del hoyo 8 en el Real Club de Golf de la Herrería los sentimientos se entrecruzan. De frente, hacia la calle, el Monasterio de El Escorial con todo su poderío, que hace imponente cualquier golpe y mitiga los errores a costa de recrearse en el escenario. El tiempo se detiene y llega el momento de la contemplación.
Tras la salida, la tentación es en todo caso tomarse un respiro. Detrás del tee está la Casa Club, con su admirable terraza que es una llamada al reposo y a la meditación. Desde allí también se puede vigilar el Monasterio al mismo tiempo que se revitaliza cuerpo y mente. Para eso ayuda y mucho el restaurante.
Desde La Herrería la apuesta de los miércoles consigue unificar la encrucijada del hoyo 8. Jugar y comer se hacen uno en el "Cocigolf", una jornada completa para hacer los 18 hoyos y después repasar la vuelta reponiendo fuerzas con un cocido madrileño en toda regla. Es una oportunidad de disfrutar del recorrido y la cocina del Club tanto para abonados como para no abonados, y a pesar de los resultados de la competición, el consuelo está asegurado.
Para los más contemplativos, no hace falta salir al terreno de juego. El restaurante es una muy buena opción para cualquier visitante, y de hecho los dos salones del Club, uno con capacidad para 70 personas y otro para 200, tienen los fines de semana mucho ajetreo mientras que la terraza tiene un reclamo continuo.
Fernando Ortega, jefe de cocina de La Herrería, nos presenta el cocido con todos los ingredientes, pero también destaca algunos de los platos más demandados. El rabo de toro estofado, la perdiz escabechada o carnes a la brasa brillan en este lugar de la Sierra de Madrid. Por su parte, Cristina Arroyo, responsable de eventos, confirma que el lugar es único para reuniones y celebraciones.
La apuesta por el "Cocigolf" no tiene riesgo. Acierto seguro.