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The Postage Stamp

Tiene que ser él

Tiene que ser él

Por Guillermo Salmerón
viernes 22 de julio de 2016, 11:09h

El golf español no pasa por sus mejores momentos, es verdad. Lejos quedan ya aquellas temporadas en las que en nuestro país se jugaban hasta once torneos del European Tour, Challenge Tour y Let, en donde los patrocinios no dejaban de llegar, en donde había más de 330.000 federados… en fin, tiempos de bonanza para un deporte en el que había multitud de proyectos para hacer campos de golf y en donde las victorias de nuestros jugadores llegaban también en tropel.

Los tiempos, es verdad, han cambiado. El número de licencias ha bajado, ya no se construye ni un campo de golf, al contrario, cada mes se cierra alguno, los patrocinios se pueden contar con los dedos de una mano y los torneos y las victorias de los nuestros con la otra.

Salvado este año el Open de España -casi de milagro- andamos todos locos buscando clavos ardiendo a los que agarrarnos. Clavos como el de Nuria Iturrios, que ganaba en Marruecos su primer torneo en el Let hace apenas unos meses, o el de Carlos Pigem que tras cuatro años de esfuerzos sumaba su primer triunfo en un circuito tan duro como el Asian Tour, o el de Miguel Ángel Jiménez, en el Champions Tour, abriendo una nueva etapa competitiva en su vida.

Clavos como el de Rafa Cabrera Bello que, definitivamente, parece que se ha instalado ya en la elite del golf mundial, o el de Sergio García, que sigue siendo nuestro mejor aval en el golf de más alto nivel.

Con ellos seguimos esperando en la LPGA -ya hemos estado cerca algunas veces- algún triunfo de nuestra “Armada” estadounidense. Carlota, Azahara, Beatriz e incluso Belén tienen que ganar allí para que todos podamos seguir creyendo en ellas y soñar con una o más victorias del golf español en el circuito femenino más duro del mundo.

Pero además de todos ellos, en este 2016 nos ha llegado a todos los aficionados al golf un soplo de aire fresco que se llama Jon Rahm. Un mocetón del norte criado en Barrika (Vizcaya) y formado en Arizona State -en la misma universidad en la que Mickelson empezó a forjar su leyenda- y llamado a formar parte de la nueva historia del golf español. Alguien que, como Seve en su momento, como también lo hicieron Chema Olazábal, Jiménez o en última instancia Sergio García, siga arrastrando y tirando del carro de un golf español que lo necesita como el beber.

Rahm tiene algo especial, ese no sé qué que logra trascender más allá de los medios especializados de este deporte. Rahm vende y lo hace muy bien. Sólo le falta otro golpe de fortuna más para conseguir su tarjeta para 2017 en la PGA y empezar a soñar de verdad.

Da la sensación de que es más cuestión de tiempo que otra cosa y que este joven, aficionado y apasionado del Ath. de Bilbao -no podía ser de otra manera-, logre sus objetivos. Tras a saber: conseguir la tarjeta de la PGA, ganar un torneo y ser número uno del mundo.

Yo apuesto por él y, sinceramente, creo que su nombre está grabado en ese locomotora que tiene que seguir tirando del golf español para que logremos todos los objetivos que hemos puesto en este deporte en nuestro país.

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