El viernes pasado se conoció la noticia y tengo que decir que me gustó enterarme de que Javier Ballesteros ha dado el paso de convertirse en jugador profesional. Creo que siempre es una buena nueva que un Ballesteros juegue al golf profesionalmente y me alegra que Javier haya decidido por fin probar suerte en este deporte.
Seguro que no va a ser fácil labrarse una
carrera en algo tan caprichoso y delicado como el golf y espero que le vaya muy
bien y nos dé muchas alegrías. En principio va a tener posibilidades que otros
no tienen cuando empiezan y es que, al menos yo lo haría así, no creo que
ningún torneo le niegue una invitación si la pide.
Tener a un hijo de Seve
jugando tu torneo es como un billete premiado de lotería para cualquier
patrocinador y en ese sentido Javier tendrá una buena ventaja que además se
merece.
También creo que tendrá menos presión que un jugador venido de la nada
porque, supongo, no pasará tantas estrecheces como el novato que tiene que
pagarse viajes, hoteles y "caddie" a lo largo y ancho del continente y, o pasa
el corte o se gana una ruina en cada torneo que juega.
Es de suponer que no
parte desde cero y que aunque no encuentre patrocinadores personales en el
mercado convencional debería resultarle fácil encontrarlos en el desayuno, sin
ir más lejos, pero esto es meterse en asuntos personales así que dejémoslo.
A cambio de esto, lo que seguro que va a tener es mucha más
atención mediática y con ella, más presión que ninguno de los recién llegados
al circuito que juegue, sea el que sea. Todos los hijos de deportistas famosos
pasan por esos miles de momentos en los que se les compara con su padre y el
Ballesteros que nos ocupa no va a ser la excepción.
Hago un llamamiento a la
prensa en general para que le dejemos respirar y adaptarse al complicado mundo
en que se ha metido, y ojalá en poco tiempo tenga que aceptar que debemos
exigirle mucho por las facultades asombrosas que demuestre o por las
posibilidades que su juego deje entrever.
En fin, le deseo a Javier la más
exitosa de las carreras profesionales, que gane torneos por todo el mundo como
lo hizo su padre y que no se obsesione con demostrar nada. Si juega como le
dictan sus genes y disfruta de lo que hace, seguro que nos dará muchas alegrías
y que alguien haya arriba sonreirá mientras agita el puño...