José Manuel Antón. (Australia). Si claro que sí, los campos que prepara la USGA no son simples campos de
golf, son auténticos campos de batalla. Batalla donde los mejores gladiadores
del mundo deberán darlo todo y dejarse
la piel si quieren robarle un miserable golpe al campo. Un campo donde los
mejores gladiadores del mundo parecen simples peones de batalla al ver como sus
bolas desaparecen en el rough. Un campo
que no da respiro, un campo que te atrapa y al más simple error eres suyo para
siempre. Solo unos pocos elegidos han sido capaces de soportar la presión que
Merion les ha impuesto pero ni si quiera el ganador de éste año, Justin
Rose, ha podido hacerlo bajo el par.
Lo que uno ve en cuatro días de batalla en el US Open no se ve en ningún
otro torneo de golf en el mundo. Jugadores de la talla de Tiger Woods cargados
de bogeys, sufriendo para mantener sus bolas en calle, blandiendo sus espadas
con rabia para liberarse del espeso rough. Sorprendentes debacles, triples
bogeys, cuádruples bogeys, que se lo digan a Billy Horschel guerrero
revelación de este año o a Steve Stricker que estuvieron luchando hasta el
final y un mínimo despiste les hizo desaparecer de las posiciones más altas de
la tabla como por arte de magia, y es que en un campo de batalla como Merion,
los errores se pagan con la muerte.
Pero es esta brutalidad es lo que hace único a este torneo. No veremos en
ningún otro torneo a tantos jugadores con posibilidades de ganar y una tabla de
clasificaciones tan dinámica. Jugadores desaparecidos durante el año como Ian
Polter o Luke Donald acariciaron el sueño de ganar su primer grande, y es que
aquí, de poco sirven los drives de 300 yardas. Sólo la templanza, la dedicación
y la entrega total forjan a los grandes guerreros merecedores de un US Open, y
uno de esos guerreros, sin lugar a dudas, ha sido una vez más, Gonzalo Fdez.
Castaño. Cuanta clase y Golf hay en este jugador Madrileño que ya forma parte
del selecto club del Top Ten en un US Open, que se dice pronto. Su gran día
llegará como a todos los grandes guerreros les ha llegado.
Sólo me queda, antes de despedirme, romper una lanza a favor de Phil Mickelson,
que, tomarse un avión para cruzar de
costa a costa USA para estar junto a su hija en el día de su graduación el día
antes de comenzar el US Open y llegar a tiempo al tee del uno y jugar como jugó
sin apenas dormir tiene lo suyo. Llegará Phil. Acabará llegando. A los grandes
guerreros siempre les llega su momento.