Hace 14 años, cuando el Us Open se jugó por última vez en este campo, Tiger Woods firmó dos vueltas de 76 golpes para fallar el corte, aunque su cabeza, hoy por hoy no está en esos malos recuerdos de este campo. "No estaba preparado para jugar. Mi padre acababa de morir y mi cabeza no estaba en el campo”, dijo en la rueda de prensa previa al torneo.
Un año en el que si había ganado el Masters, con su padre con él. “El se fue poco tiempo después y la verdad es que no me preparé para el torneo convenientemente y, claro, fallé el corte”.
Ahora Tiger Woods llega a Winged Foot con 44 años, con siete torneos jugados en este 2020 tan extraño, con su espalda que sigue sin estar al 100% y con una última victoria lograda en cctubre de 2019 en el ZOZO Championship que se convirtió en su octogésimo segundo triunfo, a uno solo de batir el récord de triunfos en el PGA Tour.
Un año en el que Woods sólo ha firmado un Top-10 en el Farmers Insurance Open. No jugó el Arnold Palmer Invitational. También se perdió el Honda Classic, el torneo de su ciudad natal, y tampoco tomó parte en el The Players Championship que se suspendió tras la primera ronda jugada por el COVID-19.
Después, a su vuelta las cosas tampoco le fueron muy bien terminando 37º en el PGA Championship, 58º en el The Northern Trust Open y 51º en el BMW Championship.
“Este año no he estado pegándole como quería. He acumulado errores en muchos torneos y no he estado en ningún momento con opciones de conseguir alguna victoria”
Ahora llega a Winged Foot, un campo que también jugó en el PGA Championship de 1997, haciendo historia. Woods y Phil Mickelson se emparejaron juntos por primera vez como profesionales en la ronda final. Los dos firmaron bajo la lluvia 75 golpes para terminar empatados vigésimo novenos.
“Las puntuaciones ganadoras aquí nunca han sido tradicionalmente muy bajas”, dijo Woods. "Y no creo que vaya a ser muy diferente esta semana. El campo va a estar muy difícil", dijo Woods. “Depende de lo difícil que quieran configurar las banderas”.