Si hay dos jugadoras capaces de protagonizar las apuestas de los europeos en el LPGA Tour, esas son Azahara Muñoz y Carlota Ciganda. Las dos españolas siguen estando entre los principales atractivos del circuito profesional estadounidense y, aunque en este 2019 no tuvieron victorias individuales, si que volvieron a ser participes del éxito del combinado europeo en la Solheim Cup.
Pero si analizamos la temporada de cada una de ellas por separado, esta vez es la navarra la que se lleva el gato al agua. Carlota comenzó la campaña en Australia con un discreto puesto entre las treinta primeras que solventó a renglón seguido firmando en Tailandia el primero de los ocho top ten con los que engalanó sus registros, y que la llevaron a convertirse en la mejor jugadora europea del ranking mundial. No en vano, la pamplonesa solo falló un corte de los veintitrés torneos que ha disputado a lo largo de 2019 en el LPGA Tour.
Cifras muy similares a los de su amiga Azahara. La andaluza también contabiliza un corte fallado en su debe particular del año, mientras que en el haber suma siete top tens, uno menos que Ciganda.
El momento álgido de la temporada para Muñoz llegaba en el mes de marzo coincidiendo con el Kia Classic, torneo en que terminó segunda para acariciar un premio que se le niega desde que en 2012 firmó su única victoria en Estados Unidos. Aún así, Azahara logró acabar vigésimo primera en la Race to CME Globe, la orden de mérito del mejor circuito femenino del mundo, donde las jugadoras coreanas siguen siendo el enemigo a batir.