Lara es uno de los españoles que se ha quedado fuera del fin de semana en este Challenge. Pero el madrileño llegaba esta semana a un lugar que fue su casa durante muchos años. Pasó aquí 5 años de su niñez/juventud y tiene muchísimos recuerdos de San Lorenzo de El Escorial. Algunos muy buenos y otros no tanto. Lo llamaban Nick Faldo y aquí se formó como golfista, estudió y forjó su carácter.
Cuando tenía 12 años llegó interno al Colegio Alfonso XII, de curas, de los Padres Agustinos. Era uno de los becados por la Real Federación Española, que en aquel año 1989 decidió becar a 20 niños, todos ellos hijos de trabajadores del Club de Campo que no tenían medios para viajar y jugar. Este ‘programa’ se podría decir que fue la antesala de la actual Blume.
“En el internado había de todo, lo habitual eran malos estudiantes y muchos perlas, y nosotros”, comenta entre risas. “Aquí aprendí muchas cosas. Imagínate, había niños desde los 12 a los 17 años. Cuando llegué me tocó pasar por todas las novatadas que os imaginéis. Además, yo tenía claro que quería jugar al golf, así que tenía mucho menos tiempo que el resto para estudiar. Fueron años duros, lejos de casa y en un sitio bastante estricto. Lo siguiente que hice fue el servicio militar y eso fue un paseo en góndola en comparación”.
“Tengo recuerdos muy buenos de los últimos tres años, los dos primeros fueron muy duros, era más pequeño y no estaba acostumbrado a esa vida. A partir de los 15 empecé a ganar torneos de buen nivel y con 16 ya era handicap +2. Otra anécdota que recuerdo es un día en el campo de prácticas que se presentó Emma Villacieros porque alguien le dijo que había uno en ese programa que jugaba bien. Me dijo: “Pega un drive que te quiero ver”. Pegué 4 drivers y me dijo: “¿tú te quieres ganar la vida jugando así? y había pegado cuatro golpazos de escándalo. La semana siguiente me llamaron para ir a torneos y ahí empezó mi carrera. Yo tenía claro lo que quería y me venía caminando desde el pueblo cada día al campo de prácticas y me llenaba una papelera con 600 bolas. Cuando llegaban mis compañeros yo ya llevaba 2 horas trabajando”.
Son recuerdos de un Lara, ahora de 38 años, que no dudó el lunes, la llegar a San Lorenzo de El Escorial, en llevar a su mujer Alicia a enseñarle los lugares dónde vivió y creció. Incluso en el colegio sigue estando su firma en el marco de madera de un cuadro. Una trastada de aquellas que, lógicamente, él también hizo.