Cuando Tommy Fleetwood se puso con dos golpes de ventaja a falta de los tres últimos hoyos de East Lake, todos nos temimos lo peor. ¡Otra vez no! Incluso los pocos seres humanos a los que el inglés no les cae bien rezaban para que el destino no tuviera otro de los cruentos desenlaces preparados. No fue así, y Fleetwood fue superando obstáculos, quitándose rivales de encima para por fin celebrar en la tentativa número 146 su primer título del PGA Tour.
Primero cayó el rival más peligroso, Scottie Scheffler, víctima del brutal hoyo 15, un par 3 en isla de casi 200 metros; la bola se hundió en el agua fraguándose un doble bogey definitivo. Gastó el número uno y ganador de cinco torneos esta temporada su última vida. Game over. La primera se esfumó en el hoyo uno, donde envió su salida fuera de límites, pero el birdie con la segunda bola le mantuvo a flote con un bogey. Scheffler terminó el torneo con 68 golpes (-14), compartiendo la cuarta plaza. No es consuelo para el tejano, pero con su vuelta de hoy firmó su decimocuarto torneo consecutivo finalizando octavo o mejor, la racha más importante del PGA Tour desde Ben Hogan en los años 50, y se convierte en el poseedor del mayor número de rondas consecutivas por debajo de 70 golpes en la historia del circuito con 21.
El siguiente en quedarse sin opciones fue el capitán Keegan Bradley, que llegó a estar a un solo golpe de la cabeza tras sus birdies en los hoyos 4 y 6. Pagó Bradley el cansancio del ajetreo previo a la Ryder Cup, y en los nueve segundos hoyos su juego tuvo mucha menos claridad; de nuevo, el hoyo 15, con un doble bogey y una bola al agua, marcó el final de su sueño. Sin embargo, Bradley, con -13, finalizó compartiendo la séptima plaza con posibles candidatos a las seis plazas aún vacantes en el equipo americano de la Ryder Cup, como Sam Burns, y justo por detrás de Cameron Young (-14).
Russell Henley compartió la segunda posición con Patrick Cantlay en -15; en realidad, ninguno de los dos llegó a presionar lo suficiente a Fleetwood, o quizás el inglés nunca dejó entreabierta la posibilidad de dejar escapar el torneo. Solo un par de drives en el 8 y en 10, fallando a derecha e izquierda, fueron el punto más preocupante del día. Pero estar hasta en 30 ocasiones cerca de la victoria en el PGA Tour ltiene que marcar algún tipo de aprendizaje, y cuando vinieron mal dadas, Tommy no se complicó la vida.
En los hoyos finales, una vez superados el 14 y 15, el torneo ya parecía sentenciado, pero Fleetwood pareció pasar un quinario; el gesto reflejaba algo más que tensión. El público lo llevó en volandas como si fuera uno de los suyos, y Fleetwood, todo un señor, celebró su triunfo con elegancia y educación, con su hijastro, el único de la familia en Atlanta, y jugadores europeos como Justin Rose, Shane Lowry o Harry Hall. Hasta el propio capitán contrario, Keegan Bradley, se quedó a esperarlo. La FedEx Cup se cierra con un nuevo ganador, que, por encima de un cheque de 10 millones de dólares, se quita un sambenito de segundón que empezaba a ser más que molesto, aunque nadie jamás llevará la etiqueta de perdedor con más dignidad que Tommy Fleetwood.