Nunca es fácil tu debut en Estados Unidos, más aún si lo estás haciendo en un grande y encima en el Us Open. Impresonado por el gigantesco graderío del hoyo inicial, Alejandro Del Rey se puso el chaleco antibalas y si me apuran, hasta el casco de obra, pero resultó que el abierto de Estados Unidos no fue tan duro como se lo habían pintado, no por lo menos en estos primeros 18 hoyos que el madrileño solventó con una mezcla de magia y consistencia, para dejar su tarjeta de 68 golpes y una sólida 14º posición.
Del Rey empezó embocando desde 18 metros en el hoyo 1, una buena forma de quitarte los nervios, un putt cuesta abajo y con caída donde estas mirando como evitar los tres putts de pronto se convierte en birdie. Aunque el golpe del día llegaría en el hoyo 6, par cuatro que ayer se jugaba desde 254 metros, La mayoría de los jugadores quiso evitar enredos en el rough y obtaron por un hierro a calle. Del Rey no se lo pensó dos veces y empuñó la madra tres, para un soberbio latigazo que estuvo cerca de terminar en hoyo en uno, dejó el eagle dado. Para entonces la televisión americana ya había descubierto al pequeño jugador español que descose la bola y no se achica en los greenes. En el hoyo 7 salvó otro par desde 12 metros y en el ocho levantó de nuevo las exclamaciones de admiración del público angelino jugandose una salida de bunker larga con el contorno de green para lograr un nuevo birdie. Un alarde de imageninación y talento. El mundo ya se ha quedo con su nombre, pero sobre todo con su juego.
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