Tras la machada de Tiger de lograr pasar el corte en su vigésimo Masters de Augusta faltaba saber si el californiano iba a seguir mejorando en la clasificación, si podría generar una gran vuelta para meterse en la lucha por la victoria o si tendría que conformarse con una tarjeta discreta y buscar mañana, vestido de rojo, de su rojo Tiger, un milagro para luchar por su quinta Chaqueta.
Y lo que ha pasado el sábado es que Tiger ha empezado muy bien, con unos primeros hoyos en los que ha firmado cuatro birdies que han hecho que los espectadores del Augusta National -hoy cerca de 50.000- se movieran de sus sillas y soñaran con la posibilidad de ver luchar a su ídolo por la victoria el domingo.
Tras ese comienzo espectacular y con Sergio García como testigo Tiger se desinfló un poco en los nueve segundos, en teoría la parte del campo más asequible para poder seguir mejorando, y acortar en su caso las diferencias con un Jordan Spieth que seguía mostrándose intratable.
Si hace veintiún años era él el claro protagonista cuando logró su primera Chaqueta Verde, esta semana otro chaval de 21 años y cinco meses más que él parece que le puede relevar en lo que sería una victoria histórica. Quizá por eso, y por que hoy por hoy hay una distancia sideral entre Spieth y Tiger, Woods terminó sus nueve segundos hoyos de esta tercera jornada con dos bogeys y dos birdies que le dejan con un parcial de -4 hoy y un total de -6 que da la sensación que es una cifra muy corta para soñar mañana con la victoria.
A Tiger le quedan 18 hoyos y la posibilidad de seguir mejorando y salir de Augusta lleno de moral y confianza pero seguro que sin la Chaqueta Verde.