Las multas son un impuesto mas que se suma a los conocidos Irpf, IVA, SS, patrimonio, ibis, basuras, energías, matriculación, circulación e interminables tasas de distinto pelo y se recogen ya como ingresos ciertos en los presupuestos del estado.
Contiene cada una de ellas tanta amoralidad y objetivos tan distintos a los originales de prevenir, informar y ayudar a los conductores que resulta difícil congraciarse con los sancionadores. El asunto, el único asunto, es recaudar, y los que sancionan a pie de calle son igualmente victimas de Montoro que necesita su legión de uniformados al máximo rendimiento para seguir alimentando: autonomías, UGTs, concejales, realezas, Eres, asesores, eurodiputados y la interminable nomina de vampiros que viven del esfuerzo ajeno.
Entretanto, las calles y carreteras muestran un inquietante deterioro que, por falta de mantenimiento, raya los limites de seguridad en muchos tramos. Las mismas señales de tráfico no se renuevan, en su mayoría, desde hace más de 10 años y tienen el material reflectante caducado. Solo hay dinero para radares, helicópteros, parquímetros y distintas maquinas de sancionar.
Caen en el olvido actuaciones que al compararlas con lo actual se quedan en minucias. Recuerdan al ínclito Corcuera, que mandaba a la guardia civil a poner multas para, con lo recaudado, regalar abrigos y collares a sus fieles y fielas; a José María Barreda ex presidente de Castilla la Mancha que tenía, solo para él, 22 coches, entre ellos aquel famoso Audi de 377.000 euros, o la flota de 57 coches oficiales de que disponían los concejales de Gallardón.
Toca, ahora, recaudar votos. El voto de ese ciudadano anónimo al que, a nada que se le pase cambiar el tique de la hora, Montoro machaca dejando caer sobre su cabeza todo el peso del sistema, al mismo que saquea su cuenta corriente y le persigue en su vida cotidiana. Y esperando hasta el último momento de la campaña electoral sigo sin escuchar nada referente a los conductores.
Tratan de captar a todos los colectivos: tercera edad, jóvenes, gays y lesbianas, toreros y artistas, pero ningún partido, caduco o emergente, ha dicho una sola palabra sobre los conductores ni sobre el aumento de accidentes de tráfico. Es posible que no se hayan dado cuenta que el elemento común que une a un mayor número de ciudadanos en este país es el automóvil. 22 millones de conductores, nada menos. Conociendo este dato yo no me preocuparía demasiado por lo que diga Artur Mas.