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Rimando espero: ¡Fuera fumadores!

Rimando espero: ¡Fuera fumadores!

lunes 22 de junio de 2009, 00:00h
A partir de esta semana Basilio Rogado, maestro, amigo, periodista y rapsoda, reflejerá en estas páginas de Elperiodigolf.com algunos de sus romances más celebrados. Casi todos ellos con el golf como protagonista y con la sana intención de sacarnos una sonrisa con su maestría y su rima. Esta semana Basilio, al que podemos leer y seguir en golfinone.es, nos escribe sobre el fumar y el jugar.




Igual que los caballeros

que fueron a las Cruzadas

a quitarle al sarraceno

aquellas tierras sagradas;

contra el cigarro encendido

aquí empieza una campaña

para que los fumadores,

con intención buena y sana,

dejen su vicio aparcado

antes de entrar en la Casa

Club que también se llama,

y donde, con buen criterio,

los fumadores no pasan.

 

Resulta algo chocante

que con miles normas vanas

como tiene el Reglamento

que más parece Ordenanza,

la de fumar no aparezca

entre prohibiciones tantas.

¿No será porque los viejos

del Royal, la grey anciana,

fuman todos unas pipas

que ni un carretero salta?

¿Por qué mi rival se fuma

un cigarrillo a sus anchas

para quitarse los nervios

si de patear se trata?

 

¿No está prohibido ayudarse

y las penas te amenazan

si con un solo soplido

un milímetro adelantas?

Pues de gran ayuda es,

y su cara les delata,

cuando embocan la bolita

después de dar la chupada.

Y así, con esa ayudita,

y la partida acabada,

siempre le toca al más tonto

pagar la cuenta en la barra.

Y todo por no fumar,

por no alterar la tarjeta

y estar, encima, a merced

de quien se sirve de tretas

para cambiar tras el humo

las cifras brutas y netas.

 

Más, llegados a este punto,

quiero hacer una pirueta,

un inciso en el romance

para que quede, concreta

y bien sentada opinión

en esta privada encuesta:

nunca he sido fumador,

pero a mí no me molesta

que fumen alrededor.

Mi mujer fuma en la casa,

bien sabe que no me importa

mientras no sea en la cama,

que son otros menesteres

para los que debe usarla.

Nunca he fumado en pipa,

ni chocolate, ni nada

y ni un solo puro habano

ha llegado a mi garganta.

Sin hablar de cigarrillos

que son también cosa insana.

En cuanto a los fumadores,

no tengo nada en su contra,

pues cada uno se mata

con lo que más le apetezca,

con lo que más daño haga.

 

Pero no puedo aguantar

que el humo sea una trampa,

no ya por cegar mis ojos,

sino por ver alterada

la tarjeta del contrario

porque tengo que firmarla

y firmar es confirmar

del rival la animalada:

presentar una tarjeta

que con muchos puntos gana.

 

Y si eso es cosa mala,

peor es la guarrería

en el fairway encontrada,

bien en forma de pitillo

o de colilla quemada.

¿Quién no ha tenido en el green

que pegarle una patada

al resto de un cigarrillo

o a una breva chamuscada?

Mancillar con el tabaco

la pradera verde clara,

no es falta de educación,

es porquería sonada

y ni los ecologistas

encontrarán más palabras

para expresar su protesta

que quien firma esta sátira

para escarnio de quien tira

al terminar la fumada,

las sobras de la humareda

que a sus pechos solivianta.

 

Es tanta la porquería,

la basura acumulada

que los guarros que la tiran

deberían meterse el resto

por la posterior culata.

Y si son aficionados

los que hacen cochinadas

malo es, pero es más trauma

si los que chupan del bote

son jugadores que ganan

sus buenos euros por darle

a la bolita alveolada.

 Con lo que me encanta el Pisha

que es mi jugador del alma,

me parece un mal ejemplo

sus coqueteos con la habana

Aunque ahora ya no fuma

durante la ronda jugada,

al final de cada vuelta

le espera la gran calada

y con su puro en la boca,

succiona con gran gozada

el chupete de tabaco

al final de la jornada.

Y esa imagen tan cachonda

que a muchos les hace gracia

no es buena para el deporte

y es fatal para la infancia.

 

Y no solo es Miguel Ángel

quien fuma de una tacada,

hay muchos profesionales,

que, de forma exagerada,

como hace Darren Clarke,

dan chupada tras chupada

antes de darle a la bola

y después de la pegada.

Y eso deberían prohibirlo

en St Andrews, capitana

de escribir todas las normas,

aunque sean una tontada.

 

Que con normas anticuadas

en el deporte del golf  

fumar sea una coartada

para tener menos nervios

con la bola casi dada,

no se ve en otro deporte,

solo en el golf esto pasa.

 Dicho queda lo ya dicho

como respuesta fundada

a quienes ahora pregunten

por mi fobia aquí expresada:

yo no tengo nada en contra

con el que fuma a mansalva,

por mí puede suicidarse

con lo que le venga en gana.

Pero si fumarse un puro

le da fuerzas aumentadas

y me gana la comida

tras hacer una jugada

con la que mete en el hoyo

una bola deshauciada,

yo no voy a consentir

que mi honor se vaya al traste

solo por una chupada.

 

 

 

Moraleja:

 

Ni una colilla más

aunque te cueste el partido,

en el green arrojarás,

que no hay nada más cochino,

más guarro y más parraflás

que una colilla apagada

en medio del ray grass.







Si quiere ver más romances de Basilio Rogado los puede leer en: www.golfinone.es



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