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British o Masters, cuestión de gustos

British o Masters, cuestión de gustos

Por Guillermo Salmerón
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domingo 05 de abril de 2009, 00:00h

¿Qué torneo querría jugar si le dieran la oportunidad de elegir. Un Open Británico en cualquiera de los campos en que se disputa o un Masters de Augusta? Piense bien la respuesta. Quizá se arrepentiría de ella durante toda su vida ¿Lo tiene claro?, ¿necesitaría un par de meses para responder? Para serles sinceros, he de decirles que yo no se qué opción elegiría.
 

Por un lado tengo claro que el Open Británico es el torneo de golf más antiguo del mundo, el que más prestigio da y que ganar una Jarra de Clarete debe ser “la pera”. Cada año se juega en un campo distinto. En recorridos diseñados casi por la mano de la naturaleza y en donde el golf se juega como se hacía, seguramente, hace más de 100 años.
 

 

En Augusta las cosas son muy diferentes. El campo se cuida hasta la extenuación. A pesar de ser un club con apenas 300 socios es difícil ver a alguien jugando en sus inmaculadas calles alguna vez. Ni siquiera los propios profesionales se atreven a cruzar la verja para entrenar. Sólo unos pocos han tenido la fortuna de andar por un campo considerado como un mito de este deporte.
 

 

Y es que el Augusta National se prepara para su cita anual con meses de antelación. Trabajos en los que participan cientos de operarios y en los que se invierten mucho dinero. El Masters es un gran torneo pero también un gran negocio y de eso en Augusta saben una barbaridad. Quizá por esa razón Tiger Woods vaya a jugar después de cuatro meses desaparecido. Por eso vaya a dar allí su primera rueda de prensa tras más de 100 días sin abrir la boca y por eso le pondrán el mejor partido posible, para que disfrute al máximo, pase el corte y, si puede y le dejan, gane su quinto Masters.
 


Yo, que vivido y disfrutado estos dos torneos “in situ”, puedo decirles que los dos tienen un sinfín de atractivos y también de puntos en contra. Si tuviera que elegir me costaría mucho, pero seguramente elegiría las verdes y perfectas calles de Augusta antes que los fairways naturales de Saint Andrews o de cualquier otro campo inglés o escocés. Simplemente es cuestión de gustos, como los Rollings o los Beatles.

 

Por pedir -que creo que es lo que haríamos todos- solicitaría poder ir a los dos, pero los deseos es lo que tienen, uno y no más. Yo me quedo con Augusta, ¿y usted?
 

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