Basta con ver la cara de susto del pobre militante bolivariano que, sin quererlo, confiesa su afición. No, no es un chiste, es una breve y clarificadora manifestación de la fragilidad del individuo frente al poder arbitrario. El poder omnímodo se expresa siempre en el pequeño detalle. No solo es injusto, no solo manipula la legalidad, no solo monopoliza la fuerza, los recursos, el derecho a opinar, tiene que ser, para ser Poder de verdad, con mayúsculas, caprichoso, sujeto ciegamente a la opinión del que lo ejerce, a su estado de ánimo, a su veleidad.
Es así como realmente se expresa y es así como su terror se extiende. Más tarde, adaptará la legalidad y los medios para cerrar el círculo. A Chávez no le gusta el golf y los campos se cerrarán; mañana quizás no le guste la comida china y se acabará con el Chopsuei en Venezuela. Así son las cosas cuando las cosas van en serio. Luego podemos discutir como se hace en los foros de Internet a raíz de la noticia si el golf es un deporte o no, si es mucho espacio y mucho coste para tan pocos (en España, por ejemplo, es el deporte con más federados), si en mi club no dejaron entrar a uno o si en Escocia lo juegan desde el rico al parado. Esto son detalles menores frente a la manifestación televisada de Chávez y el susto del pobre militante que en mala hora cogió un día su drive y disfrutó con ello.
A raíz de estas declaraciones podemos ver otro video con fotografías de El Che y de Fidel Castro jugando al golf intentando demostrar que a los revolucionarios cubanos les iba este deporte. También tiene su aquel el ver estas fotos. Dos comentarios, las caras de interés de los dos protagonistas por intentar dar un buen golpe son semejantes a las que ponemos todos en el campo y eso tiene su gracia. Compartimos algo con ellos. Se ve, claramente que lo pasaban bien y la postura de Fidel con el putt demuestra que tenía un profesor a su lado. No sabemos si jugaron solo un día o si era práctica habitual de los primeros tiempos de la revolución.
No creo que el golf sea deporte de ricos, más bien de clase media que disfruta inocentemente de sus dos días semanales de merecido descanso dando un paseo normalizado al aire libre. En cualquier caso, el tono amenazador de Chávez, las botas militares pisando el green, la ropa de faena, las cartucheras a la cintura, o las caras de susto de quienes les rodean,, lo que demuestran al menos, es que el golf no es deporte de dictadores.