Rory McIlroy sabe que tras su mala temporada el año pasado debe de firmar en 2018 un año sobresaliente si quiere estar en la Ryder Cup y mejorar unas cifras que en 2017 hicieron que para él fuera una temporada para olvidar.
Además de los malos resultados, sus problemas físicos ahondaron en un año malo, sin buenos resultados y con una falta de confianza que hizo que su temporada terminara unos meses antes de los previsto por su mal juego y por esos problemas físicos.
Quizá por esa razón, McIlroy se ha propuesto a comienzos de este 2018 jugar de nuevo a su máximo nivel y luchar por la victoria desde la primera cita. Algo que ha cumplido a medias pero que se le está complicando en demasia sobre todo en el PGA Tour y en Estados Unidos donde las cosas no le están saliendo nada bien.
En sus tres torneos jugados este año, los números del norirlandés son claros en suelo americano: un corte fallado en el AT&T, una vigésima posición en el Genesis Open y una quincoagésimo novena en el Honda Classic jugado esta semana pasada. Sin duda, un pobre balance para un jugador que opta a ser de nuevo número uno mundial.
Sin embargo, las cosas sí le han dio mucho mejor en el Circuito Europeo donde ha jugado dos torneos, el Omega y el HSBC donde ha terminado 2º y 3º, respectivamente. Dos citas y dos buenos resultados que le mantienen en el Top-mundial. Habrá que ver si su evoluvción le lleva a mejorar al otro lado del charco donde de verdad necesita firmar buenos resultados.
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