La Ryder Cup es equipo, está claro. Las individualidades no son nada sin el grupo. Europa lo ha sabido desde siempre e incluso esta vez, en París, con grandes nombres, lo que ha triunfado es el conjunto, y cuando lo que prevalece es el todo, los individuos también lucen por sí mismos, incluso más.
Sergio venía a la Ryder después de un año discreto, sin pasar los cortes en los Grandes y sin clasificarse para los play offs de la FedEx Cup. Sin embargo siempre recordará este año 2018, siempre le quedará París. El de Borriol llegaba a la Ryder sabiendo que su papel era dentro y fuera del campo, y así lo ha demostrado. Su unión al grupo le ha valido, además, ser el jugador con más puntos en esta competición superando los 25 puntos de Nick Faldo.
El otro individuo que ha ganado con el grupo ha sido Francesco Molinari, consiguiendo los cinco puntos de los cinco partidos, algo que no ocurría desde 1979 con Larry Nelson. Molinari decía que “cada uno ha hecho lo que tenía que hacer”, y desde luego él ha cumplido.
La unión hace la fuerza, y Europa, tras un comienzo más dubitativo, reaccionó en la mágica tarde del viernes, en los foursomes, demostrando una vez más que el grupo vale más.
Estados Unidos venía con un plantel de lujo. Nombres que habían lucido todo su golf en las semanas previas. Tiger Woods, Bryson Dechambeau, Justin Thomas…y nombres que también venían de un año muy fuerte: Koepka, Dustin Johnson, PatricK Reed o Rickie Fowler. Sin embargo no se les vio tan unidos como a los europeos.
Esa ha sido de nuevo la clave, y el capitán Thomas Bjorn, lo sabía.