Jon Rahm partía como uno de los grandes favoritos a la victoria final en esta 150º edición del The Open, pero el putt, otras veces su gran aliado en las grandes citas esta vez no estuvo de su lado y así no se puede no ya ganar en St. Andrews, sino hacer un buen papel.
Y eso es lo que le ha pasado al de Barrika que en ningún momento del torneo ha tenido la magia suficiente para verse en lo más alto luchando por una victoria con la que sueña, pero que tendrá que esperar de nuevo.
Escierto que ayer jugó a un gran nivel después de cambiar el putt que suso el jueves y que no le gustó nada, pero hoy, tras los brotes verdes del viernes ha vuelto todo a repetirse con opciones de birdie, pero sin cerrarlas definitivamente.
Hoy el de Barrika arrancaba con dos bogeys en el 2 y en el 6 que ya casi sentenciaban su intento de acercarse a los puestos de arriba para terminar los nueve primeros con birdie al 9 y uno sobre par que iba a intentar mejorar en la segunda parte de su recorrido. Y ahí las cosas fueron un poco mejor, pero no como para tirar cohetes. Del 10 al 18 Rahm hizo birdies al 14, 15 y en el último del recorrido, en el 18, pero de nuevo otyro bogey en el 16 le dejaban con ese -1 que le colocan vigésimo séptimo perdiendo dos plazas en la clasificación y con las sensaciones encontradas este año en los majors donde no ha brillado a su altura habitual.
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