Me piden desde El Periodigolf una opinión sobre Jon Rahm y cuando les digo: “Que es la hostia” me piden que escriba algo más. Lo intentaré pero no superaré la definición anterior del vizcaíno. ¿Qué más puedo decir de un chaval que lleva años avisándonos de que será el más grande y que día tras día lo está cumpliendo?
¿Qué más puedo añadir? Pues eso. Dijo Jon Rahm con tan sólo 14 años de edad que iba a ganar 19 ‘majors’ y que iba a ser el número uno como su ídolo Seve Ballesteros para homenajearle en señal de agradecimiento porque juega al golf por culpa de Ballesteros. Sólo han pasado 11 años desde que dijo lo que dijo y que cuando se hizo profesional, volvió a repetirlo manteniendo intacta aquella ambición que le ha llevado a ser el número uno del golf mundial. Los de los ‘grandes’ aún no, pero todo se andará.
¿Qué más se puede decir de Rahm? Pues que es un jugador de magia y de temperamento. Con un carácter especial que durante esta pandemia le ha tenido un poco hundido, desmoralizado y sin ganas de entrenarse cada día en Arizona. La pandemia le ha hecho mucho daño a su familia y a él en la moral. Gracias a su mujer y a su grupo más cercano, regresó por dónde solía y aunque sus primeros torneos de la temporada sin público, no fueron lo que de él se esperaba, llegó el Memorial y con el torneo de Jack Nicklaus la genialidad del de Barrika. Estaba en juego emular a Seve Basteros su ídolo y el otro español que alcanzó el primer puesto mundial del golf y no le temblaron las piernas ni sus mágicas manos. Ganó el torneo y cumplió la primera de sus profecías de adolescente.
¿Qué queréis que diga más de Rahmbo? Que sabe que para ser un grande del golf, además de las habilidades golfísticas hay que ser humilde y escuchar a los mayores. Sabe que los buenos consejos de sus padres y familiares hay que seguirlos al píe de la letra. El camino que le han enseñado le han llevado a acercarse al número uno y que siguiéndolos, lo ha alcanzado. Ahora para mantenerlo en su poder sabe que debe seguir haciendo lo que ha hecho hasta alcanzarlo.
¿Qué añado más? Pues qué además de jugar de escándalo al golf, sabe que en España es un deporte que necesita de ídolos y de gente cercana y él se ha cargado la mochila con el número uno después de cuatro años como profesional total. Además de jugar, sonríe al público, es cercano y sabe que de su comportamiento España puede crecer más en el golf. El mejor ejemplo son sus horas interminables de fotografías con aficionados, firmando gorras y bolas de golf, en los dos Open de España que ganó siendo un recién llegado al profesionalismo y que con su sóla presencia llenó las calles de Club de Campo y del Centro Nacional del Golf.
¿Algo más para terminar? Pues si acaso que le dejemos seguir su camino en paz. Que le exijamos lo justo porque es un jovencito con futuro si no le tiramos por tierra por no ganar el próximo PGA. Que le adoremos por lo alcanzado. Que sepamos valorar el éxito de ser el número uno del mundo 34 años después de que lo lograra Severiano Ballesteros. Que no queramos compararle desde ya con el cántabro o exigirle ser mejor que Tiger Woods desde ya. Dejémosle respirar y disfrutar porque sin agobiarle tendremos todo lo que él se ha marcado y que nos hará disfrutar a todos pero por favor poco a poco.
¿Algo más quieres todavía? Pues lo que he dicho al principio y que es lo que mejor define a Jon Rahm: “Qué es la hostia”.