Ha sido un fin de semana de muy interesante competición, una parte en Wenworth cerca de Londres y la otra en Colonial, Fort Worth, el llamado pasillo de Ben Hogan. Los dos torneos han exhibido competición de verdad hasta el último momento y ganadores jóvenes, merecedores de serlo y los dos con enormes futuros.
Chris Wood ganó el BMW PGA Championship y de este modo confirmó su completa recuperación de la lesión que sufrió jugando al tenis y le tuvo con la muñeca escayolada hace dos inviernos. Había ganado en Lyon precisamente sobre Rafa Cabrera, pero este fin de semana ha sido la confirmación de alternativa, que diría un taurino justo ahora que estamos en pleno San Isidro. Aunque durante la semana estuvo cerca no fue el protagonista hasta el final, pero bien vale tres días regulares si el cuarto se gana un torneo así de importante.
En el otro lado del charco hemos visto vencer de nuevo a la más firme promesa, realidad ya, del golf americano. Jordan Spieth llevaba cuatro meses sin ganar y la manera en que perdió un Masters que tenía ganado desde el primer día justo en el Amen Corner de la cuarta jornada hacía creer que la crisis se iba a prolongar mucho. Para sus estándares ha tardado en ganar, es verdad, pero lo ha hecho a lo grande, en su estado natal, Texas, y encima en el campo de uno de los jugadores más importantes de la historia, Ben Hogan.
La última jornada la empezó Jordan con nueve pares en los nueve primeros, lo que no presagiaba nada bueno, pero empezó la segunda vuelta y nos dejó bizcos. Una menos en el diez, en el once y en el doce le ponían líder en solitario y todo parecía encaminado cuando hacía “bogey” en el trece y nos entraban los tembleques a todos. Pero un gran jugador lo es por algo, y sus “birdies” en el dieciséis, diecisiete y dieciocho arreglaron el bache de la mejor manera y consiguieron la chaqueta escocesa para Spieth, que tiene un armario con bastantes americanas, pero todas imposibles…
Felicidades a los dos, Wood y Spieth, y toca apretarse los machos porque esta semana se jugará el Memorial en casa de Jack Nicklaus, luego el Fedex St Jude y llega el U. S. Open. Presión para los jugadores y placer para los aficionados.