Seguramente, esta 143 edición del Open Championship quedará en el recuerdo por la brutal demostración de Rory McIlroy en las tres primeras jornadas de torneo y por la confirmación de que Tiger cada vez lo va a tener más complicado para volver a ganar un grande.
Lo de Rory en las dos primeras vueltas, con dos 66 casi gemelos en sus tarjetas, fueron espectaculares. También el campo y un recorrido que en estas dos primeras jornadas no sufrió los embates del tiempo. Eso si lo he echado de menos en este Open Championship como también algo más de presencia española en las dos últimas jornadas.
La pronta eliminación de Jiménez, Cabrera Bello, Larazábal y Gonzalo Fernández Castaño nos dejaron casi huérfanos de representantes en Liverpool aunque la actuación de Sergio García fue sobresaliente durante todo el torneo y quedar a sólo dos golpes del norirlandés da la importancia a la actuación del castellonense que se va de la ciudad de los Beatles sin la Jarra de Clarete pero con muy buenas sensaciones y con su conciencia absolutamente tranquila. Ha hecho todo lo que ha podido, ha jugado de maravilla y ha estado en la pomada hasta el último momento. Más no se puede pedir.
No ha sido así con Tiger Woods aunque, seguramente, muy pocos pensaban en su fuero interno que el número uno del mundo podría ganar esta semana su décimo quinto Major. Tiger llegaba a este campo fura de forma, sin ritmo de competición y con los puntos de su operación casi recién quitados. Esta bien que la industria del golf quiera contar con Tiger casi al precio que sea pero llegar a un torneo como este con apenas dos rondas jugadas en cuatro meses es cuando menos arriesgado. A punto estuvo de no pasar el corte -se salvó por un golpe- y el fin de semana su juego no ha sido mucho mejor.
Tras el Open Championship Tiger tiene complicado hasta meterse en los Play-Offs de la FedEx y ya veremos si Watson, visto lo visto, se atreve a llevarlo a la Ryder Cup de Gleneagles donde Woods se encontraría un campo algo similar a los links de Liverpool, algo que le va muy poco a su juego y a su condición actual.
Por último, el Open se recordará por la apuesta de Gerry, el padre de Rory, que hace diez años se jugó 100 libras -500 a 1- a que su hijo ganaría el Open Championship antes de que cumpliera 26. Uno de estos días se pasará por su pueblo, Holywood, y cobrará el talón de 220.000 libras. Casi nada.