Buena comida, habitaciones
confortables o personal cualificado son aspectos que damos por hecho que vamos a
encontrar en un hotel de lujo pero eso no sirve de nada si no te lo ofrecen de
la forma adecuada. No hace mucho tiempo estuve
alojado en un hotel que me llamó intensamente la atención. Está situado a los
pies de la prestigiosa estación de esquí conocida como Grandvalira, en Soldeu,
para ser más concreto y se llama Sport Hotel Hermitage & Spa.
Lo que esperaba encontrar
durante mi estancia no tiene nada que ver con lo que pude vivir allí. Esperaba
el típico hotel de esquí con los servicios necesarios para el esquiador y como
mi atención estaba centrada en las pistas pues era suficiente.
Nada más lejos de la realidad.
En el momento que puse un pie en la recepción me di cuenta de que aquello era
distinto. El olor, el ambiente, las miradas de los que allí trabajan, su
predisposición a hacerte las cosas fáciles, su interés por lograr tu satisfacción
y su eficacia están al alcance de pocos hoteles. Aquello me transformó, me
hizo pensar en el tiempo perdido anteriormente cuando me hospedaba en lugares
donde ni si quiera conocían mi nombre, donde muchos utilizan el calificativo de
"Hotelazo" pero sólo por lo que se ve y no por lo que da.
Pero ellos no. Ellos han conseguido
que mis vacaciones, no sólo de esquí, me las plantee de otra forma y me han
convencido de que cada año tengo que volver allí, a mi casa, al Sport Hotel
Hermitage & Spa de Andorra.