La revolución norirlandesa
lunes 21 de junio de 2010, 00:00h
Viven en Irlanda días de vino y rosas. Los aficionados al golf en el norte de la isla no se creen lo que está sucediendo. Tienen a dos compatriotas entre los diez primeros del Ranking Mundial y, además, tanto Graeme McDowell como Rory McIlroy lucen ya en sus vitrinas la copa del US Open. En sólo dos años han aupado a su país a lo más alto del golf mundial.
Sin embargo, la fiesta no es completa, sobre todo cuando la política se mete por medio. Irlanda del Norte pertenece al Reino Unido. Por esa razón, tanto McDowell como McIlroy celebran junto a Inglaterra esas dos victorias sumándose al excelente estado de forma del golf inglés que ha llevado a Europa a colocarse muy por delante de Estados Unidos en cuanto al golf se refiere.
Es cierto que la ausencia de Tiger Woods en el último año y medio, sin estar a su máximo nivel, ha ayudado a que Europa se haya hecho con los mandos de un golf mundial en donde las grandes semanas de la temporada -los Majors- caen en manos de europeos o de no estadounidenses.
En Irlanda, como me aseguran desde su embajada en Madrid, "todo el que nace en la isla es irlandés" y esas dos victorias en Estados Unidos, la primera en Pebble Beach en 2010 y la segunda en el Congressional, les ha devuelto la fé -si es que alguna vez la habían perdio- en el golf, en su golf.
Irlanda es una potencia mundial en cuanto al turismo. El golf es una parte muy importante de ese negocio. Cada año millones de aficionaados a los 18 hoyos viajan a Irlanda para jugar en sus campos, disfrutar de sus paisajes y vivir y sentir el golf desde sus raíces.
Estas dos victorias son muy importantes para ellos, tanto como lo es para el golf europeo. McDowell y McIlrroy se han convertido ya, si no lo eran antes, en auténticos abanderados de este deporte y la juventud de McIlrroy, insultante para los americanos, es ahora la mejor arma y la más potente para un golf irlandés y europeo que parece que no tiene miedo a seguir creciendo y mejorando.