El golf se resiente con la ausencia de Woods
miércoles 08 de junio de 2011, 00:00h
Una lesión importante ha sido la causa principal de que Tiger Woods no juegue esta septoagésima segunda edición del US Open, torneo que ha ganado en tres ocasiones y que no dejaba de jugar desde 2004. Estados Unidos tiembla ante la posibilidad de que Woods no vuelva a ser el de antes de su divorcio nunca más.
Y parece que tal opción no es que sea posible sino que es una verdadera realidad. Desde aquella noche de Acción de Gracias, Tiger Woods ya no es el mismo ni lo volverá a ser. Desde entonces, parece que una maldición le persigue. Es como si su ex mujer, o vaya usted a saber quien, le hubiera echado un mal de ojo. Desde entonces Woods ha pasado por casi todo.
Ha cambiado de swing, de momento sin resultados positivos, las lesiones le han acompañado desde su retorno a los campos de golf después de anunciar su retirada prematura, su pierna izquierda está seriamente dañada, tanto en la rodilla como en el tendón de Aquiles, sus resultados han sido bastante discretos, ha perdido 25 millones de dólares en patrocinadores en el último año -como atestigua la lista de Forbes recientemente publicada- y, además, su ranking mundial cada vez es más bajo.
Woods ha dejado claro que quiere volver a competir al mejor nivel pero da la sensación que cada vez le cuesta más. Un dato que no conocemos es si el ritmo de entrenamientos de Woods se ha mantenido como antes, ha disminuido o ha decrecido. Lo que está claro es que en casi cualquier deporte, uno juega como entrena y, visto lo visto, el trabajo de Tiger fuera de los torneos ha debido, cuando menos, de variar con respecto a su "vida pasada".
Otro dato. Tras muchos años con IMG, Woods ha decidido romper con ellos y quedarse con su manager de toda su carrera, Mark Steinberg. Un cambio más que no sabemos como repercutirá en una carrera que da la sensación que se ha torcido de una manera brusca.
Tiger ha pasado de ser una megaestrella mundial, reconocida en todo el mundo del deporte, exitoso y lleno de triunfos, a un juguete roto, abandonado por casi todo el mundo y con pocas posibilidades de volver a ser el que fue.
Veremos como puede sacudir esta ausencia en el US Open al golf mundial. La realidad es que una falta por lesión en un torneo de golf -aunque sea un Major- no tiene mayor importancia, pero el problema viene de mucho antes, con muy pocos torneos jugados y con la sensación de que el ex número uno del mundo está algo cansado de la vida que está llevando.
El golf, como cualquier otro deporte en su versión más profesionalizada, necesita un líder mundial, alguién que diriga el camino y que marque tendencia y el deporte de los dieciocho hoyos no tiene esa guía desde hace tiempo. Ninguno de los tres últimos líderes del Ranking Mundial tienen todavía el peso específico para llevar esa pesada carga y parece que Tiger, de momento, no volverá a llevarla.
Otro aspecto importante a tener en cuenta es el económico, que refleja millones de pérdidas en los contratos televisivos por la caída de anunciantes. Cuando Tiger no juega,sea por la razón que sea, la ventas de entradas en los torneos cae drásticamente y los temblores en la PGA americana a la hora de negociar derechos se hacen más ostensibles cuando Tiger no está en forma o sus resultados decaen, como es el caso.
No pinta nada bien la situación del ex número uno del mundo. Ojalá que todo se pueda arreglar pero ya llevamos muchos meses hablando de su situación, de su posible mejora, de una victoria rápida y de la vuelta a normalidad, aunque todo eso parece que cada vez está más lejos de la realidad.