Estaba allí desde las nueve de la noche del día anterior al funeral. Había llegado desde Gales con Txomin Hospital, gran amigo y compañero de Seve durante muchos años. Los dos iban a cenar. Antes, Steve McKenzie nos enseñó su gran secreto...
Steve Mackenzie se cruzó ayer media Inglaterra para poder coger el último avión que le llevaba a Santander. Un día antes, su hijo estaba jugando al golf y le pidió a Seve ayuda para dar un buen golpe. Las suplicas tuvieron respuesta y su bola se quedó al lado del green. Steve decidió entonces, al conocer la muerte de Seve, que se venía a España.
Cuando el tenía 6 años, en Royal Lytham, casi le atropeya Seve con un buggy de golf. Al
final no pasó nada y Seve le firmó con todo cariño su visera y se la regaló. Desde entonces se aficionó al golf y se convirtió en su más ferviente seguidor.
Pero no quedó ahí la cosa. En su muñeca izquierda, igual que su idolo, Steve se tatuo la imagen de su idolo Seve que le acompañará ya mientras viva. Hoy cena unas rabas y una cerveza al lado de la Iglesia de San Pedro, con su amigo Txomin al que le cuenta que su hijo de 12 años Lewis ya es toda una figura.
Si (
No(
