“Afortunadamente, tuve la oportunidad de comunicarme con mi familia”, dijo Ishikawa nada más llegar al campo antes de jugar. “Si no fuera por eso, habría sido extremadamente difícil jugar y hacerlo como lo hice, declaró el japonés”
Ishikawa comentó que él vive a unos 200 kilómetros de Sendai, la ciudad más cercana al centro del epicentro del seísmo que alcanzó una magnitud de magnitud de 8.9 puntos.
"La verdad es que estoy muy preocupado por todo el país. El hecho de que por fin pudiera comunicarme con mis padres me ayudó a sentirme mucho mejor. Intente estar concentrado durante toda la vuelta pero la verdad es que me ha costado jugar pensando en lo que tenía que hacer”.
Según el jugador japonés "en Saitama, su ciudad, la magnitud fue de 5,0, así que sólo espero que todos los demás en torno a mis padres y mi familia estén también bien”.
La realidad es que las cosas no pintan bien en Japón. Según avanzan las horas las noticias cada vez son peores. El terremoto de 8,9 grados en la escala de Richter y el tsunami posterior que han azotado el noreste de Japón arroja un saldo provisional de al menos 310 muertos y 350 desaparecidos, según informa la Policía, aunque la agencia oficial japonesa Kyodo ya da como muy probable que la cifra de fallecidos supere las 1.000 personas, el peor de la historia japonesa. Asimismo, la agencia ha informado de que el número de personas ilocalizables se ha disparado por encima de las 88.000.