No defrauda en absoluto. Cuando uno llega desde Madrid a Segovia, atraviesa los casi 100 kilómetros que hay hasta La Granja y llega hasta la localidad de Palazuelos de Eresma, a apenas 55 minutos del centro de la capital, se queda sorprendido del espectáculo. Un paraje excepcional y un campo de golf que no le queda a la zaga. Una vez más, Olazábal riza el rizo y se supera a si mismo.
"He hecho el campo que quería hacer y creo que nos hemos ajustado perfectamente a las necesidades del entorno y el espacio de esta preciosa finca. El campo está ubicado en un paraje único que resalta aún más su espectacularidad". Así se expresaba José María Oalzábal pisando el último campo que acaba de terminar. Su última obra, de momento. Un recorrido que le gusta y que inauguró oficialmente junto a su amigos, su familia, Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, y gran aficionada al golf y el Presidente de la Real Federación Española de Golf, Gonzaga Escauriaza.
24 horas antes de la inauguración, José María llegaba a La Faisanera para
asegurarse, por enésima vez, de que todo estaba perfecto. Llegó sobre la hora de comer y eso es lo que hizo junto a un grupo de periodistas que tuvimos el privilegio de ver y conocer el campo por primera vez. Y la impresión, apenas jugados 18 hoyos, es que el campo es una maravilla, que será mucho mejor dentro de muy poco tiempo y que es, como todos los campos de Chema, un gran trabajo.
"Los campos que uno diseña tienen un poco de quien los imagina y los trabaja. En este caso tuvimos que hacer un rediseño de casi 14 hoyos para ajustarnos a las necesidades medioambientales del campo, pero creo que ha quedado muy bien", explica Olazábal. "El final es impresionante y los hoyos 16, 17 y 18, son exigentes, complicados, pero también con opciones de dar a quien los juega bien un final a lo grande. Se decidirán, seguro, muchos partidos en estos tres últimos hoyos".
El recorrido par 71 es muy agradable de andar y sus 6.471 metros no se hacen largos en absoluto.Cada hoyo es diferente del anterior y su tarjeta tiene todos los atractivos para conformar un gran campo de golf. "Seguramente, hay muchas diferencias enttre La Sella, que es el primer campo que diseñé y éste, pero han pasado muchos años, uno va mejorando y asimilando cosas y creo que la Faisanera es un recorrido fantástico, como lo es también La Sella. cada uno tienen sus cosas. Además, éste está ubicado en una finca maravillosa y las vistas son únicas casi desde cualquier parte del campo".
Olazábal terminó de comer y sin casi tiempo para despedirse se fue al campo y jugó nueve hoyos cuando ya caía la tarde. Una prueba más que se saldó con nota. "Los greenes están muy bien, rápidos como a mi me gusta, pero no son imposible. Las banderas tienen sitios complicados pero también luigares donde se puede tirar a buscar el par y porque no, el birdie. Creo que es un campo donde el aficionado se lo va a pasar muy bien".
Cada hoyo cuenta con varios tees colocados a lo largo de las calles -hasta 6- y los
jugadores podrán disfrutar de un campo muy exigente desde atrás o algo más sencillo desde más adelante. Su diseño es un gran trabajo del que es, hoy por hoy, uno de los grandes diseñadores mundiales. Su lesión y sus problemas físicos, sobre todo en éstos tres últimos años han hecho que Chema se vuelque más en esta labor de diseño que en jugar, algo que quiere cambiar desde el año que viene. "Ahora estoy mucho mejor. Ya no tengo dolores y eso ya es bastante. Digamos que sufro molestias y espero que éstas desaparezcan pronto. Quiero empezar a volver a jugar de manera regular el año que viene, a principios, así que espero tener menos tiempo para diseñar", dice entre risas.
El diseño es curioso e innovador. Los primeros 9 hoyos, par 35, tienen tres pares 3, el 2, el 4 y el 7; dos pares 5, el 1 y el 6, y cuatro pares 4, el 3, el 5, el 8 y el 9. En la segunda parte del recorrido hay otros tres pares tres, el 10, el 12 y el 17; tres pares cinco, el 13, el 15 y el 18 y cuatro pares tres, el 11, el 14 y el 16 con 36 golpes más. En total 71 impactos para un par asequible si las barras están algo más adelante y muy exigente desde atrás del todo. "Siempre juego los golpes desde atrás, argumenta Olazábal, aunque tengo muy pendiente al tipo medio de jugador, que es el que va a jugar este campo. No me gusta que los obstáculos se puedan sobrevolar. La distancia a ellos está medidad para ser un obstáculo o tener que jugar por otro lado, pero no los coloco para sobrepasarlos, eso no me gusta".
En cuanto a su campo favorito, de los que él mismo ha diseñado, Chema, no tiene ninguno. "No te sabría decir. Tengo algunos hoyos que me gustan más que otros, pero al final es el terreno el que te dice como puede ser un hoyo o un campo. Muchas veces, el suelo te dice como es el hoyo que tienes que diseñar. Lo complicada algunas veces es saber verlo".
Olazábal es de los que hace luego un seguimiento al campo. "Me gusta ir a los campos a ver como evolucionan. Los recorridos de golf son seres vivos y como tales hay que tratarlos. Van mejorando y evolucionando con el tiempo y desde el hoyo 1 al 18 hay que cuidarlos y ver como van cambiando. Dentro de seis o siete años el campo estará en su mejor momento y será entonces cuando esté en su plenitud".
La Faisanera ya está abierto y sus puertas esperando a unos aficionados que van a poder disfrutar de unas instalaciones pensadas para tener una masa social que mantenga las instalaciones pero también para recibir a los aficionados que quieran disfrutar de un recorrido con dos partes muy diferenciadas, en donde el agua, con sus cuatro lagos comunicados, es parte fundamental en un recorrido absolutamente plano y con unas vistas, posiblemente únicas, en nuestro país.
Además del recorrido, La Faisanera y José María Olazábal han diseñado un grandioso campo de prácticas que tiene como límite un frondos bosque de olmos que invita a pasarse horas entrenando. Zona de putting-green y approach completan unas instalaciones que siguen sus proceso de finalización. En pocos meses la Casa Club, un palacio espectacular, estará terminado y La Faisanera empezará a vivir el esplendor de ser uno de los grandes campos de golf de nuestro país, si es que no lo es ya.