No entro ni salgo en la decisión que ha tomado Sergio García respecto a tomarse unas vacaciones, muy merecidas por cierto. Como desconozco su entorno más íntimo y personal, motivo de más para respetar su decisión. Solo juzgo lo que veo y lo que oigo.En otras palabras que a mí ni fú ni fá lo que haga cada uno con su vida personal.
En declaraciones hechas en el Open Championship, ya demostró una cierta desgana y atisbó la posibilidad de un descanso, pero no dijo cuándo. Con cierta sorna, y no con demasiado respeto al periodista que lo entrevistaba, apunto la posibilidad de que ese parón se produjera en uno, diez o veinte años, quien sabe. Todo dependería de cómo le fueran las cosas.
Desgraciadamente para él y para todos los que admiramos el buen golf, y el suyo no es una excepción, la debacle se consumó en el PGA al no pasar el corte. Y otra vez ninguneó al informador.
Parece ser que solo habla cuando las cosas van bien. Carlos Palomo de Canal + intentó hacerle una pregunta cuando Sergio caminaba y este le respondió, sin pararse ni mirarle,"que estaba de vacaciones". Hombre, si el compañero le hubiera intentado hacerle unas preguntas tumbado en la playa descansando con su entorno íntimo, lo puedo entender, pero nada más terminar su vuelta en el mismo campo de golf, la verdad es que me parece fatal esa contestación a un enviado especial que se ha desplazado hasta allí en un lugar que no está a la vuelta de la esquina, precisamente.
En fin, cada uno es como es y uno de nuestros golfistas más destacados ya sabemos cómo las gasta. Quirós y Jiménez tampoco pasaron el corte pero atendieron a los medios con toda normalidad, aunque la procesión fuera por dentro. Entiendo que el castellonense tiene que estar sufriendo mucho para obrar de esta manera porque no encuentro otra explicación.
El contrapunto lo puso un jugador estadounidense: Dustin Jonhson. En el mejor de los casos pudo ganar el PGA y en el peor disputar el play-off con Kaymer y Watson. Cuando estaba dando el segundo golpe en el dieciocho, su bola reposaba en uno de los casi mil bunkers que había en el campo. No se percató de la situación y su palo reposó por algunos instantes en la tierra. Al terminar la vuelta y en la revisión de su tarjeta, el árbitro le puso dos golpes de penalidad por esa falta.
El jugador alegó que no sabía que aquel terreno era la arena prohibida, ya que como pudimos ver en la imagen había espectadores en el bunker, pero no le quedó más remedio que acatar la decisión de los jueces. Me pongo en su lugar y me hubieran dado unas ganas terribles de desaparecer del mapa. Se había ido al traste la posibilidad de ganar el primer grande de su vida, con lo que ello acarrea. Pero a pesar de todo compareció ante los medios minutos después de esa contrariedad con toda normalidad atendiendo las preguntas de los periodistas. No me imagino que hubiera sucedido de pasarle esto a Sergio.
Castellón es una magnífica tierra para descansar y para meditar. Hay que encontrar cuanto antes su decadencia de juego de estos dos últimos años. De lo que si estoy seguro es que la culpa no la tenemos los mensajeros.
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