Transcurrido medio año de catarsis para Tiger Woods, producto de sus infidelidades, las dudas sobre el estado de forma del mejor golfista del mundo siguen intactas a las puertas del US Open, el segundo Grande de la temporada. Tiger asegura que está contento con su juego y muchos de sus compañeros de juego también se muestran optimistas, pero pocos ponen la mano en el fuego como antes.
El segundo torneo de Grand Slam del año regresa al extraordinario Pebble Beach (California). Tiger ganó hace una década este Abierto en Pebble Beach, con una ventaja récord de 15 golpes. Desde aquella fecha histórica, la estrella agrandó sus proporciones y multiplicó exponencialmente sus ingresos y títulos.
Sin embargo, el "culebrón" posterior debilitó el imperio Tiger Woods. Patrocinadores, esposa y hasta el entrenador se desinflaron, como hicieron los músculos del golfista que pretende superar los 18 "Grandes" de Jack Nicklaus (Tiger suma catorce). La reaparición de Tiger en abril, con un cuarto puesto en el Masters de Augusta, pudo acabar con las conjeturas sobre la incidencia en su 'swing' de ese topetazo mayúsculo.
Pero a comienzos de mayo falló el corte en el Quail Hollow; una semana después se retiró en la ronda final del The Players en Sawgrass, forzado por una lesión en el cuello, y sólo fue decimonoveno hace dos semanas en el Memorial.
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