El uruguayo Forlán tiene tres pasiones. Una, el fútbol, otra los asados en la barbacoa -como no podía ser de otra manera- y la tercera el golf. Un deporte al que se enganchó hace ya algunos años en su etapa en el Manchester United. Como Sir Alex Fergusson no le daba mucha bola, Forlán le dedicaba casi más tiempo al golf que al fútbol. No jugó mucho con el Manchester pero mejoró mucho su hándicap y su juego.
Después llegó a Villareal. Ahí la exigencia futbolística aumentó y ya no tenía tanto tiempo para jugar, pero un día conoció a Sergio García, a Víctor, hermano del castellonense, y al padre de ambos y entonces las partidas eran habituales con el papá, con Víctor y, de vez en cuando, con Sergio. En aquellos años el swing de Diego mejoró una barbaridad y las enseñanzas de los García le sirvieron para que casi llegara a hándicap cinco.
Mientras tanto su carrera futbolística ganaba enteros. El Villareal seguía mejorando, Pellegrini -también gran aficionado al golf- jugaba con él de vez en cuando y los dieciocho hoyos se habían convertido en la mejor manera de olvidarse de la tensión de su carrera futbolística..
Con su llegada a Madrid el golf, debido a las exigencias deportivas del Atlético, pasó a un segundo plano. Cada vez juega menos, es cierto, pero cada vez que puede se escapa y da unas bolas o juega 18 hoyos. A pesar de no jugar tanto como en Villareal, Diego sigue teniendo un buen swing y la ilusión de un jugador de cierto nivel. Ahora Forlán, con este título europeo será un tipo feliz. Este año lleva casi treinta goles con el Atlético en todas las competiciones y sigue siendo un baluarte en su equipo. Quizá este verano, después del mundial, que jugará con su selección tenga algo de tiempo para dedicarse a su otra pasión: el golf. Hoy sólo hablará de fútbol, de sus dos golazos y de su días más feliz como jugador del “Pupas”.