Para ganar un torneo como el Masters en la última jornada hay que jugar muy bien y hacerlo sin cometer un solo error. Y así lo hizo el zurdo Phil Mickleson que con una vuelta de 67 golpes se alzó con el triunfo en el Masters de Augusta de 2010 finalizando con un birdie de cuatro metros que enfervorizó aún más a los casi 10.000 espectadores que esperaban ansiosos el desenlace de este Masters marcado por el retorno de Tiger Woods.
El número uno del mundo había terminado unos minutos antes de que lo hiciera el ganador y sus 11 bajo par reflejaron, más que el buen juego de un Woods al que le falta afinar su juego tras cinco meses complicados, las dudas y la irregularidad de un jugador que, seguro, muy pronto, volverá a ser el que fue antes de la noche de Acción de Gracias de 2009.
En ningún momento Woods tuvo a su alcance la quinta chaqueta verde. En algunos momentos perteneció a Westwood, también tuvo algún instante sobre sus hombres la chaqueta el estadounidense Kim, incluso Choi tuvo sus opciones pero de todos ellos fue Mickelson el que más seguro parecía de su éxito. Le daba lo mismo las ovaciones que oía por otras partes del campo e, incluso, sus errores parecían muy poco importantes cuando se producían. Con un juego matemático y de una calidad brutal, Mickelson sumó su tercera chaqueta, demostrando una vez más, que el mejor Phil aparece cuando Woods está en el campo. Sin Woods, Mickelson se queda a la mitad y con él se multiplica por dos.
Esta semana le ha tocado el título al zurdo pero en futuras ediciones de los Majors -los torneos más importantes del mundo- Woods volverá, eso que no lo dude nadie.