Su teatral comparecencia pidiendo perdón surtió efecto y en el tee del uno de Augusta miles de aficionados se juntaron para aplaudirle y animarle. Cinco meses después volvía la figura del golf de la última década y nada parecía haber cambiado.
Su rueda de prensa antes de jugar, con preguntas de todo tipo, aunque eso sí controladas en todo momento, fue otra cura de humildad que llegó al corazón de los aficionados. Tiger está dispuesto a jugar de otra forma, más equilibrado y sabiendo que tiene miles de aficionados pendientes de él.
Está claro que Woods ha vuelto con propósito de enmienda. Ha reconocido sus faltas y quiere volver a ser el ejemplo del jugador que era. Y el público, con esa actitud, le ha perdonado. Es lo que querían y Toger y su entorno lo saben.
Más allá del marketing y de la pose ante la galería, Tiger, en el fondo, ha querido hacer borrón y cuenta nueva de verdad, y eso tiene premio. Ahora ya ha salido de su madriguera y vuelve a hacer vibrar el golf en el mundo.