Desde enero de 2008 se encuentran en el mercado una nueva bola muy especial, la Dixon Earth, la primera bola de golf 100% eco-friendly, es decir, totalmente sostenible. Esta bola está fabricada y empaquetada con materiales totalmente reciclables, libre de metales pesados (otras poseen trazas de zinc, plomo, cobalto, tungsteno o titanio), y por lo tanto con un menor impacto ambiental tanto en su fabricación y distribución como en su degradación.
Se trata de una bola de dos piezas, de gran jugabilidad y agarre en el green, que alcanza una gran distancia. Ha sido probada junto a otras bolas habituales y ha dado buenos resultados, quizá no equiparables a las bolas empleadas por los profesionales de alta competición pero sí a las usadas por muchos de los jugadores de club. Al parecer, y según algunos foros consultados, la única pega que presenta es su menor durabilidad, quedándose inservible antes que las demás bolas de la bolsa; sin embargo, la casa Dixon compensa este desgaste ofreciendo un descuento permanente (algo más del 30%) en la compra de una nueva docena de bolas sostenibles si se le envían las bolas ya estropeadas.
La Dixon Earth actualmente se comercializa en los Estados Unidos, Reino Unido, norte de Europa, Nueva Zelanda y Dubai, aunque poco a poco irá llegando a las pro-shops de todo el mundo al igual que la posibilidad del retorno con descuento. Cuando llegue a España podremos probarla y comprobar si efectivamente es una alternativa a la bola de golf tradicional y más contaminante.
Esta nueva bola y la filosofía que la impulsa puede que ayude a mejorar la imagen que tiene nuestro deporte entre algunos colectivos ecologistas. Hace poco, un estudio de la Asociación Danesa de Golf afirmaba que una bola de golf necesita entre cien y mil años para descomponerse de forma natural y que en su proceso liberan algunos metales pesados. Teniendo en cuenta que se estima que cada año sólo en los Estados Unidos se pierden más de 300 millones de bolas de golf es comprensible que en ciertos sectores esto se perciba como un problema.
Sin embargo, hay que matizar que el impacto ambiental generado por las bolas de golf perdidas dependerá mucho de la concentración de las mismas, no es lo mismo perder una o dos bolas cada dieciocho hoyos que acumular infinidad de ellas. Hace poco, un grupo de científicos que buscaban indicios del monstruo del lago Ness en Escocia hallaron, por medio de su cámara submarina, cientos de miles de bolas de golf reunidas en el fondo del lago. Se piensa que turistas y lugareños han usado durante años el lago como un driving range particular, pudiendo ocasionar un posible problema ambiental. Los estudios que se realicen lo averiguarán.