Hace poco, un estudio de márketing de la ATP reconocía que el tenis y su circuito mundial se ha convertido en un impulso económico para la economía mundial. Lo fundamentaban con varios datos. Primero, que las estrellas mediáticas como Nadal o Federer han ayudado a mantener el fuerte ritmo que impusieron Agassi o Sampras, y anteriormente McEnroe o Lendl...Y en segundo lugar, la presencia de medio millón de espectadores en los Grandes torneos, y más de 200.000 en la mayoría de las pruebas. Además, la industria del material deportivo, que supone cerca de 4.000 millones de euros en todo el mundo, ayuda a pensar en el apoyo económico que el tenis puede ofrecer a la economía global.
Lo dice un informe de la ATP, un circuito que en un siglo ha evolucionado hacia un modelo concreto y que tiene muchas similitudes con el golf. Ambos son deportes individuales, con pruebas en todo el mundo, y el golf podría seguir su ejemplo ahora que ya es un deporte olímpico.
Poco tiene que envidiar el golf al tenis. En sus pruebas por todo el mundo acuden cientos de miles de aficionados y en material, con millones de jugadores, el negocio está asegurado. En cuanto a estrellas del golf, no hay palabras, y menos con la última novela protagonizada por Tiger Woods, donde se ha visto su fuerte repercusión con una pérdida de 12.000 millones de dólares para sus patrocinadores, según un estudio de la Universidad de California.
Pero hay más comparaciones interesantes. Para este año, el US Open de tenis ha recibido la buena noticia de la llegada de Mercedes Benz como patrocinador, con la entrada de 20 millones de dólares. Mientras, la Caja Mágica en Madrid, que ha costado 180 millones de euros, ha sido otra apuesta por el tenis en nuestro país. Da la casualidad de que el golf también figura entre las opciones de la Comunidad de Madrid, con la candidatura de la Ryder para 2018, y España cuenta con el mayor número de pruebas del Circuito Europeo con siete torneos masculinos y cuatro pruebas femeninas.
Las dudas por el éxito de un golf olímpico deben esfumarse con la mirada puesta en el tenis. En 1988, en Seúl, los tenistas profesionales acudieron sin ningún problema a la cita olímpica. En golf, todos los grandes han asegurado su intención de ir a Río en 2016. Esto es lo que puede hacer definitivamente más popular al golf y al mismo tiempo puede suponer un impulso económico a esta importante industria y por tanto al conjunto de la economía.
Para todo esto haría falta que Tiger, el más mediático de los jugadores, regresara o surgiera uno nuevo. Que hubiera más rivalidad deportiva, ya que un número uno tan superior le quita emoción, y que el espectáculo sea más entretenido, con más pruebas match play, más fáciles de seguir por televisión y en definitiva más emocionantes.
Con Tiger Woods retirado y con sus patrocinadores huyendo despavoridos, el futuro del golf huele a cambio. Se inicia una década interesante para el golf que sin duda puede ser la definitiva.