Después de coger la línea siete del metro y tras seis paradas previas llegué a mi destino. La estación de Lacoma, a apenas diez minutos a paso ligero del Centro Nacional del Golf, era la puerta abierta que, por fin, el golf español había necesitado abrir después de tanto tiempo.
Con un día perfecto, soleado -incluso con calor- con miles de personas paseando y disfrutando del Centro Nacional del Golf, con un español, Sergio García, liderando el torneo y con la primera cita del golf como deporte olímpico jugándose en un campo que ha demostrado sobradamente y en apenas dos meses que recorridos como éste Centro Nacional del Golf puede albergar un torneo más que digno del Circuito Europeo.
Y sobre el campo los protagonistas. Además de los miles de espectadores que llenaban la ondulada orografía del campo 23 españoles que buscaban su gloria, su triunfo y su futuro.
Entre ellos un Chema Olazábal feliz por haber pasado el corte a pesar de que sus huesos ya no están como cuando ganó sus dos Masters de Augusta; Miguel Ángel Jiménez, siempre fiel a sus Cohíbas, Sergio García, líder indiscutible rodeado de su cohorte de seguidores; Rafa Cabrera Bello siempre dispuesto a confirmar que los sueños se cumplen, Álvaro Velasco pensando más en su boda de la semana que viene que en la mala temporada que ha tenido, Ignacio Garrido con su sueño de ganar en Madrid –a punto estuvo de hacerlo en 1995 en un Open de España con Seve y Piñero por delante de él-, o Álvaro Quirós viendo hasta donde es capaz de pegar a su bola.
Todos y cada uno de ellos, los más conocidos y los menos llevan dentro el espíritu de ese aficionado que, como yo, se ha bajado del metro esta mañana lleno de ilusión y con los zapatos de golf puestos. Es cierto que la gente me miraba raro pero me daba igual. Iba al golf en metro, a ver un torneo del Circuito europeo y, además, mi deporte es olímpico. Si además gana Sergio o cualquiera de los nuestros igual recordaré este fin de semana siempre. Ya veremos.