Rory McIlroy avisó antes de la gran final de la FedEx Cup de que el dinero no da la felicidad. Vino a decir que por mucho que aumenten los premios lo importante es el prestigio, la fama que da ser el mejor de la temporada. Eso es lo que ha conseguido después de un domingo en el que ha mostrado su cara más agresiva.
Con su segundo título de la FedEx Cup después del conseguido en 2016, logra alcanzar a Tiger Woods en esta estadística y “eso es bueno”, asegura. El norirlandés consigue además subir al número dos del mundo adelantando a Dustin Johnson y alcanza así el “prestigio” del que hablaba a principio de semana, un prestigio que viene acompañado de 15 millones de dólares.
En su primer torneo como profesional, con 18 años, Rory McIlroy terminó el cuadragésimo segundo y ganó 15.000 euros. Fue en el British Masters de 2007 que ganó Lee Westwood. Una semana después, en el Alfred Dunhill Links, pudo terminar tercero y logró 250.000 euros. Tenía 18 años. “Fui a ver mi saldo y me compré un reloj”, contaba a principio de semana.
Lo cierto es que si el dinero no da la felicidad, el prestigio de la temporada para McIlroy tiene todavía algunas sombras para la plena satisfacción. Ganador del The Players, del Canadian Open y del Tour Championship, tiene además 14 top ten, un segundo puesto en México incluido. En los Grandes, firmó un vigésimo primero en el Masters, su gran asignatura pendiente, fue octavo en el PGA y noveno en el US Open, pero no pasó el corte en The Open.
Con la segunda FedEx Cup, McIlroy ha ganado prestigio, también dinero, pero aún le queda margen para aumentar en lo primero, lo que de verdad le importa.