Siempre había dudas en el ambiente. 43 años, sin ganar un Major desde 2008, y con cuatro operaciones de espalda. A su favor, sexto en el último Open y segundo en el último US PGA Championship, ganador de la octogésima prueba del PGA Tour en la final de la FedEx Cup y al borde de nuevo del top ten.
Decía Tiger que ha trabajado duro y que se sentía ya bien, sin dolores y entrenando mucho. Eso sí, reconoce Woods que ya no puede practicar como antes y ahora tiene que pensar mejor en qué debe centrar sus trabajos. “Ya no puedo hacerlo todo durante todo el rato”, dice.
Lo que faltaba para que Tiger fuera otra vez el Tiger Woods de siempre era precisamente la victoria en un Major, algo que ya se ponía en duda ante la lista de enormes jugadores que hay en el panorama mundial, y este Masters lo ha demostrado con Moinari, con Koepka, con Dustin Johnson o con Jason Day.
La quinta Chaqueta Verde le confirma que Tiger ya es Tiger. El Tigre ha vuelto definitivamente. Ha rugido con su décimo quinto Grande y confirma que sí, que Tiger ya está donde quería, liderando el golf del mundo, algo que agradece él mismo pero también este deporte, que sigue necesitando un líder y buscando héroes.
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