La noticia más impactante de la semana nos llegaba de la mano de Audi. Según dice, el fabricante alemán, ha comenzado la producción del combustible sintético Audi e-diesel a partir de agua calentada para formar vapor que se descompone en hidrógeno y oxígeno, a través de un proceso de electrolisis a alta temperatura, por encima de los 800 grados centígrados.
La planta de Audi e-gas en Werlte, Baja Sajonia, ya produce este combustible (metano sintético) en cantidades importantes. Audi también está llevando a cabo investigaciones conjuntas con la empresa francesa Global Bioenergies, para la fabricación sintética de gasolina.
Esta aparentemente revolucionaria aportación no lo es tanto. Desde hace décadas se hacen funcionar motocicletas y automóviles movidos por motores de agua en todos los rincones del mundo. Muchos nombres y todos desaparecidos en extrañas circunstancias como: Daniel Dingel, un filipino que hizo funcionar sus coches con agua y le condenaron a 20 años de cárcel por motivos desconocidos; o Stanley Meyer, norteamericano, al que su hermano supuestamente envenenó haciendo desaparecer su motor. El también norteamericano Paul Pantone, inventor del motor Pantone que funcionaba con un 80% de agua, condenado judicialmente y encerrado en un psiquiátrico.
A la extraña lista se suma otro norteamericano, John Kanzius, que descubrió como convertir el agua salada del mar en combustible. Murió 6 meses después. Un croata, Nikola Tesla, el mayor inventor de sistemas de energía gratuita, murió en la miseria y con sus patentes desaparecidas.
Y el que más nos interesa, el español Arturo Estévez Varela, que hizo funcionar su motocicleta con agua ante notario en Sevilla. Estévez donó sus patentes al estado español y en la oficina de patentes y marcas nadie las ha vuelto a encontrar. De Arturo nunca más se supo.
Son numerosos los inventores que han demostrado sobradamente que podemos vivir sin petróleo y obtener energía, toda la que necesitamos, de otras fuentes que se nos ocultan como agua, aire, imanes, nitrógeno. La mayoría han cometido los mismos errores, una y otra vez, generalmente cediendo sus patentes a Gobiernos para beneficio de los ciudadanos. Su final también con denominador común: en la cárcel o bajo tierra o desaparecidos.
Nos quedamos con la frase del admirado escritor e inventor canario Alberto Vázquez Figueroa: "Cuándo tengas un invento revolucionario, antes de mirar a quién beneficia, permanece atento al poder que tiene aquel al que perjudica".