La
jugadora que hizo romper los moldes al PGA Tour para admitirle como miembro sin
tener la edad reglamentaria - hecho exclusivo para ella y si no que se lo
pregunten a la canadiense Brooke Henderson a quien con 17 años le negaron la
inscripción a la escuela del LPGA por ser menor de edad, que debe estar
contenta...- es profesional desde hace sólo un año y medio, paso que dio con tan
sólo 15 años ante la mirada crítica de muchas personas, entre las que me
incluyo. La gran hazaña es que en tan poco tiempo haya logrado ponerse en
cabeza del ranking mundial.
Esta
semana se ha presentado en Florida con una nueva imagen: fuera las gafas de
pasta, la ropa aniñada, la coleta y ha mostrado un cambio importante que se ha
visto reflejado en mucho más que su físico: la madurez profesional necesaria
para convertirse, de golpe y porrazo, en la número uno del mundo. Una líder mundial
que aún no tiene la edad necesaria para conducir, votar o
incluso brindar por el liderato con una copa de vino.
Las
jugadoras más veteranas, que aún no llegan a la treintena, se mostraban
realmente sorprendidas aunque un poco escépticas; "es muy buena niña", afirma
Stacy Lewis; "será interesante ver cómo aguanta en esa situación", declaraba Cristie
Kerr; e Inbee Park, la destronada le daba la enhorabuena asegurando que luchará
por recuperar su puesto, "No recuerdo cuales eran mis objetivos a los 17 años,
tenía otras cosas en la cabeza".
La
realidad es que Lydia Ko ha sido la tercera en discordia en una lucha que,
hasta hoy se debatía entre sólo dos personas, Inbee Park y Stacy Lewis, y de
una patada ha demostrado que ella aún tiene mucho que decir. Y en los años que
le quedan por delante, seguirá batiendo récords en el golf femenino mundial.