El malagueño Miguel Ángel Jiménez no tuvo suerte, fortuna o fuerza para poder llegar a la última jornada del Open Championship con las opciones necesarias para luchar por la victoria. Esta vez la cuarta jornada no fue buena para él y casi desde el primer hoyo sus opciones de luchar por la Jarra de Clarete se esfumaron.
Seis bogeys y un triple bogey son un peso excesivo, incluso para un jugador como Miguel Ángel Jiménez en la última jornada de un Major como el Open Británico. Sin embargo, no hay que fijarse en ese resultado, abultado sin duda, de MIguel en la última jornada, sino en el rendimiento que con 47 años cumplidos ha tenido en esta cita de capital importancia el de Churriana.
El golf de Jiménez sigue siendo mágico, con calidad a espuertas y con todos los aditamentos que debe tener el juego de un profesional de la calidad de Miguel. Con esas 47 primaveras sigue estando en la primera línea del golf mundial y si el año pasado ya ganó tres torneos para poder meterse en la Ryder Cup no hay razón alguna para que este año pueda hacer lo mismo.
“Empecé ansioso, con ganas de acercarme a los puestos de cabeza y es justo eso lo que no se debe hacer. Me equivoqué. Pero aún así, no me abandoné, lo único es que no he tenido más posibilidades de birdies.”
Con respecto a la victoria del norirlandés comentó: “Darren es un jugador impresionante, un gran jugador del tour, el campo le ha venido perfecto, el clima también; él está acostumbrado a estos campos y a este tiempo. Se lo merece.”
A Jiménez le gusta la próxima sede del Open Championship 2012, tiene buenos recuerdos de Royal Lytham & St Annes. “Es muy buen campo, me gusta mucho.” Allí Jiménez quedó tercero en 2001, justamente empatando con Darren Clarke.
Como el buen vino, Jiménez gana con los años, cada vez tiene más experiencia, es más fiable con las maderas y los hierros y mejora con el putt. Ejemplos como Darren Clarke pueden ser para Jiménez la fuerza para seguir adelantes, seguir luchando y también ganando.
Hoy, es verdad, no fue un día feliz para Jiménez pero seguro que en su bolsa blanca de Ping le quedan todavía muchas alegrías que disfrutar y hacernos gozar.