Ya lo advertía Jon Rahm; "o amas el Phoenix Open o lo odias". No hay término medio. Muchos de los 134 jugadores que toman parte hoy en este primer torneo 'elevado' de field completo, habrán hecho de tripas corazón para estar esta semana en Arizona movidos por la obligatoriedad impuesta por el PGA Tour y los 20 millones.
El torneo es literalmente un espectáculo, donde la cerveza y el cachondeo se mezclan con los birdies y bogeys.
Hay jugadores que saben donde van y lo disfrutan como Joel Dahmen que el año pasado arrebatado por la pasión de su birdie en el 16, se quitó el polo mientras los 16.000 espectadores que abarrotaban el hoyo coreaban 'take it off' (quítatelo). El momento de gloria le costó al bueno de Dahmen un tirón de orejas del PGA Tour.
La lluvia de ceveza y vasos fue otro de los sonrojantes highligts en 2022 tras el hoyo en uno de Sam Ryder. ¿Es esto bueno para el golf?
El Phoenix Open genera más dinero que la Ryder Cup, que incluso la Super Bowl que se jugará el domingo. Es uno de los eventos deportivos que más público mueve, pero el motivo no es el golf, sino más bien la excusa. Lo que un día crearon, sin saberlo un grupo de estudiantes de Arizona State, con una quedada en el hoyo 16 para tomar unas cervezas, ha terminado por descontrolarse.
La mayoria de la gente joven no va al Phoenix Open a ver a Rahm o Mcilroy, va a beber cerveza, a vivir la fiesta, a los conciertos...etc, ¿Es este un camino de popularización para el golf?, ¿una forma de salir en las portadas de los periódicos? Cada uno tendrá sus respuestas.
Si (
No(
