La última jornada del José María Olazábal tiene un sabor agridulce. Aunque el lunes se mostraba satisfecho por haber podido estar esta semana en Madrid rodeado por todos los españoles, el capitán que obró el milagro de Medinah se van sin poder terminar el torneo.
Esta probablemente será su última oportunidad de jugar el torneo que su amigo Severiano Ballesteros ganó en tres ocasiones. Un honor que, salvo que aproveche alguna invitación futura, el ya no podrá conocer.