Si he de ser sincero, siempre creí que mi admirado Ángel Nieto saldría de esta. Es más, pensé que en esta difícil carrera remontaría hasta la primera posición. De nada me valió el haber estado tantos años narrando carreras con él a mi lado, para fallar en la más importante.
El martes por la tarde estábamos muy esperanzados porque las noticias que salían del interior de la policlínica eran muy alentadoras. Pero todo se truncó en la madrugada de ayer cuando mi amigo Ángel entró en una fase irreversible y ayer por la tarde fallecía. Pasaron ante mí tantos y tantos recuerdos que sería muy complicado volver a recordarlos. Hemos estado juntos muchas horas durante muchos años y eso me hace valorar la calidad humana de este gran hombre que se significó como uno de los grandes del motor en el mundo y un auténtico ídolo en nuestra país, fundamentalmente entre los que siempre le admiramos.
Grande dentro y fuera de los circuitos, un hombre que se hizo a sí mismo y que comenzó cuando era un adolescente. Nadie le regaló nada y todo fue a fuerza de sacrificio. Su talento era descomunal y cuando se ponía en la parrilla sabía que siempre tenía algo más que los otros aunque su moto no fuera la más rápida. Solo con mirarlos ya les había ganado un porcentaje muy alto de posibilidades de victoria.
En el cuerpo a cuerpo en la vida normal y como compañero de fatigas durante tantos años era un tipo excepcional. En contadísimas ocasiones pude observarle con algún enfado. Un tipo que solo corrió cuando estaba dentro de un circuito y mira por donde, con un pequeño tractorcillo, como es un quad, le ha transportado a las alturas donde ahora vera las carreras desde otro punto de vista.
Descansa en paz, amigo Ángel.