El líder estadounidense presumía de su buen swing y de sus buenas amistades en el mundo del golf, sobre todo del gran Arnold Palmer, con quien compartía vueltas de vez en cuando.
En plena guerra fría, Castro invitó al Che a burlarse del presidente americano con el golf y en La Habana, donde estaba el único campo de golf que había en Cuba. Jugó unos cuantos hoyos con el Che acompañado de un séquito que se encargó de inmortalizar su swing y sus golpes para la posteridad.

Al día siguiente, en el diario cubano “Revolución”, se publicaban las fotos de los dos revolucionaros con el putt en las manos y en uno de los greenes con el titular “Fidel juega mejor que Eisenhower”.

No era cierto pero la burla estaba hecha. Hoy en día las cosas han cambiado mucho. Cuba ha reemprendido el camino para acercarse a Estados Unidos y en la isla hay actualmente cerca de 15 proyectos inmobiliarios y turísticos, muchos de ellos con el golf en sus planos.