La segunda jornada del Alfred Dunhill Links Championship, disputada este viernes en tierras escocesas, se convirtió en una auténtica batalla contra los elementos. El viento y la lluvia, protagonistas indiscutibles del día, obligaron a suspender parcialmente la competición en los tres campos que conforman este singular torneo: Carnoustie, Kingsbarns y el Old Course de St. Andrews. Las condiciones meteorológicas extremas impidieron que todos los jugadores pudieran completar sus recorridos, dejando la clasificación en un estado provisional y con varios interrogantes de cara al fin de semana.
A pesar de las dificultades, el escocés Robert MacIntyre logró mantener el tipo y firmar una segunda vuelta de 66 golpes, idéntica a la del jueves, para colocarse en lo más alto de la tabla con un total de -12. El jugador local, que conoce bien los secretos del golf links, supo adaptarse al viento racheado y a los greenes empapados, mostrando una solidez admirable en Carnoustie. Le acompaña en el liderato el sudafricano Richard Sterne, que también completó sus dos rondas con parciales de 65 y 67 golpes. Ambos jugadores lograron finalizar sus recorridos antes de que las condiciones obligaran a detener el juego, lo que les permitió consolidar su posición sin sobresaltos.
A un golpe de distancia se sitúa otro sudafricano, Louis Oosthuizen, con -11 tras firmar vueltas de 65 y 68. El campeón del Open en St. Andrews en 2010 demostró una vez más su afinidad con los campos escoceses, desplegando un juego preciso y elegante que lo mantiene en la pelea por el título. Por detrás, un nutrido grupo de jugadores se encuentra empatado en -10, entre ellos el finlandés Tapio Pulkkanen (68-66), el francés Tom Vaillant (65-69), el alemán Freddy Schott (66-68), el escocés Scott Jamieson (66-68), el suizo Joel Girrbach (65-69), el chino Wenyi Ding (67-67) y el sueco Mikael Lindberg (66-68). Todos ellos han completado sus dos vueltas y se mantienen a la expectativa de lo que ocurra en las próximas horas.
La jornada también dejó a varios jugadores en situación incierta, como el norirlandés Tom McKibbin y el estadounidense Ryan Brehm, ambos con -10 pero sin haber terminado sus respectivas segundas rondas. McKibbin se quedó en el hoyo 17, mientras que Brehm apenas había alcanzado el 16 cuando se suspendió el juego. Su posición en la tabla dependerá de cómo logren gestionar los hoyos restantes cuando se reanude la competición.
La representación español no brilló demasiado en esta segunda jornada inconclusa. El mejor de la Armada fue Jorge Campillo, vigésimo tercero con -7 seguido de Alex del Rey con -6, David Puig, con -5, Ángel Hidalgo con -4, Manuel Elvira con -3, Rafa Cabrera Bello con -2 y Pablo Larrazábal con -1 entre los que han terminado por debajo del par. Por encima terminaron hoy Joel Moscatel y Nacho Elvira con +2, adenás de la retirada de Alfredo García Heredia.
En cuanto a lo vivido en los campos, Carnoustie fue el más castigado por el viento, con ráfagas superiores a los 40 km/h que complicaron cada golpe desde el tee y exigieron máxima precisión en los tiros a green. Kingsbarns, más moderno y algo más protegido, ofreció mejores registros, aunque el viento costero también se hizo notar. En St. Andrews, la cuna del golf, el espectáculo fue tan dramático como tradicional: paraguas invertidos, caddies empapados y aficionados que, fieles a la historia del lugar, se mantuvieron firmes bajo la lluvia.
De cara al fin de semana, las previsiones meteorológicas no son alentadoras. Se espera que el sábado continúe la lluvia intermitente y el viento sostenido, lo que podría provocar nuevos retrasos. El domingo podría ofrecer una ligera mejora, aunque el viento seguirá siendo protagonista. La organización del DP World Tour está evaluando ajustes en los horarios de salida para garantizar que se complete el torneo, que combina competición individual y por equipos con amateurs, en un formato único que añade una dimensión especial al evento.
Con cinco millones de dólares en premios y el prestigio de ganar en uno de los escenarios más emblemáticos del golf mundial, el Alfred Dunhill Links Championship mantiene la tensión competitiva y la incertidumbre climática como ingredientes principales de un fin de semana que promete emociones fuertes. La lucha por el título está abierta, y todo apunta a que el viento y la lluvia seguirán siendo jueces implacables en esta edición marcada por el carácter indomable del golf escocés.